Ramon Amaya Amador - Prision Verde

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PRISIÓN VERDE

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RAMÓN AMAYA AMADOR

Un bujío se levantó del camino en sombras y pasó dando un silbido lúgubre al volar muy bajo. La mula se espantó, pero Beni-tez la aguijoneó con las espuelas, metiéndola otra vez al camino sinuoso. — ¡Como que estuvieras endemoniada, muía zamarra! —expresó en voz alta Benítez y, ya de nuevo tranquilo el animal, prosiguó él pensando: —"Los gringos tienen sus rarezas. ¿Por qué míster Jones se ha encojonado de Juana, cuando pudiera tener a cualquier otra mujer de la ciudad o de las aldeas con sólo desearlo? ¿Y si se le hubiera antojado tener a Catuca? ¿Entonces sí que se hubiera complicado todol ¿Qué camino tomar? ¿Ir a la "sociedad" con el míster o cedérsela? ¡Qué cosas tiene la vida. . I Bueno, veremos qué resulta con Juana".

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En Culuco las gentes dormían. Barranco de Piedra es un campo como todos los otros de la Costa. Norte hondureña. Barracones, "cusüles",campeños, zancudos; luces de kerosene alumbrando la cara flaccida del dolor proletario, envuelto en harapos, que son como banderas de protesta. Camilo y sus amigos subieron a un barracón adusto y fueron a un cuarto esquinero, por cuya puerta entrecerrada se filtraba la luz blanca del interior. Sentada en el borde de un catre de lona una mujer blanca y robusta alzaba una mano, inflamada y cárdena, para que una muchacha trigueña, de cabellos lacios, peinados en trenzas largas, le pusiera paños tibios. Un niño de cinco años, desnutrido y lleno de lombrices, observaba callado, hurgándose las fosas nasales con insistencia. Haciendo estremecer las tablas del piso entraron los campeños al fogueado cuarto, que era donde vivía Camilo. — Buenas noches, señora Fidelina. más bruto!

¡Caramba, qué corrimiento

— ¡Hola India Sole! ¿Cómo estás? — ¡Papo, Camilo, si esto necesita cuchilla de médico! — ¡Figúrense ustedes cómo estoy! —dijo la señora con voz quejumbrosa. El dolor no me deja ni de día ni de noche. ¡Es terrible esto! Esta enfermedad no se la desearía ni a mi peor enemiga. Busquen dónde acomodarse. Está todo desordenado. La pobre Sole no alcanza para hacer todo; tiene que cuidar diez hombres,a más de la familia. Como pudieron, se acomodaron los campeños en el cuartucho, unos sentados y otros de pie, arrimados a las puertas.


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