Ponete un disco

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PABLO GARBER / BS. AS.

Ponete un disco Pablo Garber / Bs. As.


En este número publicamos algunas fotos del libro “Ponete un Disco”, de Pablo Garber. Se trata de las imágenes que formarán parte de la exposición “Passion”, próxima a inaugurar en Berlin, Alemania. Un proyecto con curaduria de Christoph Tannert (director del presigioso museo Kunstlerhauss Bethanien) que involucra a artistas visuales de todo el mundo con un interés particular en la música Rock, y abarca los diversos comportamientos de sus cultores y adoradores, los fanatismos y las maneras de homenajear a los ídolos. La licenciada en Artes Valeria González escribió en el prólogo de “Ponete un Disco”: “Más que las cosas, a Pablo Garber le ha interesado siempre fotografiar los vínculos pasionales que mantenemos con ellas. Son esos amores los que hacen que las cosas no quieran morir: con ese título presentó, hace años, una serie de retratos en torno de aquellos objetos cuyo irremplazable valor nada tiene que ver con las leyes del mercado. Walter Benjamin afirmó que los objetos, antes de su desaparición, exhalan el brillo de su máximo esplendor. En tanto se extinguen en el universo comercial de los soportes digitales, los viejos discos de vinilo acrecientan su riqueza como objetos de memoria. Detrás de esta experiencia específica del recuerdo ha ido la cámara. En el lugar del rostro, cada retratado ostenta la tapa de su disco favorito. Las imágenes y sonidos del pasado agitan con su gloria, eufórica o profunda, el espacio del presente. Esos instantes de reencuentro íntimo componen algo en común. El disco de vinilo probablemente haya sido el símbolo más compartido por las nuevas juventudes surgidas en el calor y el color de los años 60s. En el cruce de tiempos distintos, las fotografías de Pablo Garber dejan testimonio de las pequeñas y grandes utopías que alentaron a las últimas generaciones que se sintieron capaces de transformar el mundo.”

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Pablo Garber, Bs As, 1961. Artista visual, periodista y educador. Su obra ha sido exhibida en los cinco continentes, y ha sido publicada en libros, catálogos y revistas especializadas. En 2001 fue elegido por la Editorial Phaidon Press entre los cien fotógrafos emergentes más destacados en el mundo; y en 2008 participó en la Bienal de Arte Contemporáneo de Bruselas. Ha recibido distinciones del Salón Nacional de Artes Visuales, el Museo de Bellas Artes de Venezuela, la Fund. Bco. Ciudad de Bs. As., la Fundación Federico Klemm, la Fund. Nuevo Mundo, el Centro Mexicano de la Imagen, el Fondo Nacional de las Artes, las Grandes Ecoles de Paris y la Fundación Coca-Cola en las Artes, entre otras instituciones. Desde 1997 enseña en el Centro Cultural Rojas y en la Facultad de Filosofía de la UBA, y dicta seminarios en ciudades de Latinoamerica.

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La Balsa Los Gatos (RCA, 1968) DG: Luis Angel Bálsamo Detrás de la tapa: Rubén Almada, fotógrafo. Este es uno de los discos que más veces quisieron homenajear en mi serie “Ponete un Disco”. “La Balsa” es considerado el primer tema del rock argentino. Si bien esta calificación es imprecisa y arbitraria, hay razones que le confieren un carácter mítico insoslayable. Fue compuesto en el baño del bar La Perla del Once, único refugio posible para músicos y poetas noctámbulos de esos tiempos vigilados. Los primeros versos son obra de José Alberto Iglesias, el personaje más paradigmático de la bohemia porteña de los años ´60. Transparente, libre, delirante, guapo, transgresor, dinamita, son los adjetivos que utilizan para describirlo quienes lo conocieron. Lo apodaron “Tanguito” por su forma de bailar el rockanroll, pero él se hacía llamar “Ramses VII”. Era entrañable, tierno y explosivo, exponente de una generación rebelde que pugnaba por un mundo distinto. En pocos años compuso temas que aún hoy son cantados como himnos, pero pronto sus conflictos con la policía y las drogas lo enredaron en una serie de detenciones e internaciones que acabaron con su muerte en un confuso incidente, atropellado por un tren, a los 26 años. El disco simple, interpretado por Los Gatos, fue el primer gran éxito de la música joven. En pocas semanas se vendieron 250 mil placas. Sin embargo “nunca grabamos un LP que se llamara La Balsa – aclara Litto Nebbia, lider de aquella banda, y compositor de la música y de parte de la letra del tema – pero las discográficas hacían lo que querían. Juntaban doce temas de discos anteriores, y hacían uno nuevo con el título que más vendiera. Total, los fans, lo iban a comprar igual. A los músicos no nos preguntaban nada…”

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Dynasty Kiss (Casablanca, 1979) Fotos: Francesco Scavullo ; DG: Howard Marks Detrás de la tapa: Nora Lezano, fotógrafa. Nora Lezano es una de las mejores fotógrafas del rock argentino. Ha retratado la intimidad de muchos de los más queridos artistas de las últimas generaciones. Yo soy su fan. Cuenta Nora: “Para mi cumpleaños número 11, a pedido mío, mi madre me regaló Dynasty, de Kiss. Me recuerdo fascinada, ante todo, por esa banda de muchachos sin rostro, aunque con maquillajes bien definidos: el chico del espacio, el demonio, el hombre gato y el chico estrella. Fascinada por sus looks, las botas con plataformas infinitas en las que caminaban!!!!, por sus performances en vivo: escupían sangre, incendiaban sus guitarras, volaban por el aire! A mis ojos de hija única sobreprotegida, con promedio 10 en colegio privado, prolija, impecable, obediente, no me sorprende ese fanatismo ante tal magnífico juego visual. La música quizá importaba menos. Ese vinilo traía un póster de regalo. Póster que hoy, después de 33 años, aún sigue colgado en una pared de mi casa.”

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Música del Alma Charly García (Sazam,1980) Ilustración: Renata Schussheim Detrás de la tapa: Marcelo Fernández Bitar, coleccionista e historiador del rock argentino Cuenta Marcelo: “Me acuerdo de una fiesta en la que mientras los demás bailaban yo hojeaba revistas que tenía el disc-jockey junto a los equipos. De pronto, en un ejemplar de “Pelo”, descubrí un aviso a doble página del disco Música del Alma, grabado del recital que había hecho Charly García en el ´77. El aviso era muy atractivo porque tenía el nombre de todas las bandas que habían participado. Ese fue el primer disco que me compré y a partir de ahí me surgió el interés por saber qué otras cosas había en el rock argentino. Música del Alma fue el ingreso a un viaje de ida, una adicción imparable, un deseo de querer conocerlo todo y un afán por coleccionar irresistible. Llevaba un inventario para ir sabiendo qué figuritas me faltaba conocer. Adonde fuera que iba buscaba discos. Me rateaba de la clase de gimnasia y me iba a recorrer la zona aledaña al campo de deportes. Iba a visitar a un amigo y me fijaba qué disquerías había por su barrio. Iba a hacer un reportaje a un barrio que no conocía y hacía un paneo. Me encantaban los locales de las estaciones de tren: allí podías encontrar títulos inconseguibles. Siempre llevaba conmigo el papelito arrugado donde tenía anotado cuáles me faltaban, y estaba permanentemente alerta. Ese papelito fue el origen de mi libro “Historia del Rock en Argentina”.

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Album Blanco The Beatles (Apple Records, 1968) DG: Gordon House; sobre una idea de Richard Hamilton Detrás de la tapa: Claudio Kleiman, periodista de Rolling Stone, ex disquero. Cuenta Claudio: “El Álbum Blanco fue el primer disco que compré con mi propia plata. Está muy íntimamente ligado a mis afectos y a mi historia. Tuve suerte porque al día de hoy sigo pensando que es uno de los mejores discos de la historia, o como mínimo, de la historia del rock. Me acuerdo que venía esperando a que saliera y se demoraba. Creo que el problema era que faltaban las películas para hacer las tapas. Era un trabajo complejo porque venia con cuatro fotos de ellos en cartón y un póster. No era un proceso habitual para nuestra industria. Ese póster estuvo pegado en la pared de mi pieza durante muchísimos años, hasta desintegrarse. Por esa razón o alguna otra, el Álbum Blanco tardó en salir más de tres meses, que a mi se me hicieron eternos. Lo bueno fue que como la espera se prolongó, llegué a ahorrar más dinero de lo que valía el disco, así que aproveché y me compré además uno de esos compilados de la RCA que, aunque era una ensalada totalmente ecléctica, dentro de todo estaba orientada al rock, y tenía cosas interesantes. En ese momento yo no entendía por qué esos compilados eran tan baratos. Después me di cuenta que era una táctica de la discográfica para que los fans se engancharan con algunos de los temas y compraran después los LP de cada artista. Y no les costaba un mango porque los temas ya los tenían grabados.”

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Almendra Almendra (RCA, 1969) (Ilustración de tapa: Luis A. Spinetta) Detrás de la tapa: Roberto Ignacio Sardi, periodista, cineasta. Conocí a Roberto a través de su pasión por el fútbol y por la música de Luis Alberto Spinetta. Cuando le propuse participar en esta serie, no lo dudó un instante. En su infancia había sido vecino de El Flaco, y le encantaba sentarse frente a ese portón negro donde los muchachos de Almendra ensayaban los temas de su primer disco. Esa es aún la entrada a la casa de la familia de Spinetta, a media cuadra de la librería que atendía la mamá de Roberto. A él le gustaba jugar con la idea de que, tal vez, ella fue quien le vendió los papeles y las pinturas con las que el músico pergeñó el dibujo de esta célebre portada. El día que hicimos la foto Roberto estaba feliz. Acababa de hablar personalmente con Luis y había obtenido su permiso para utilizar un tema de él como música de fondo para el documental que estaba rodando en ese momento: “Todos los cuerpos” - un film acerca de la desaparición de personas en los tiempos de la última dictadura militar en la Argentina. Pocos meses más tarde moría Spinetta, provocando la conmoción de todo el país rockero. Escuché la noticia cuando estaba de viaje. Recuerdo muy bien el momento, en medio de una ruta. Lo primero que vino a mi cabeza fue la imagen de Roberto y su cuerpo fundiéndose en ese portón. A mi regreso, quise ver a mi amigo. No lo logré. Ël también había muerto en esos días…

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Artaud Luis A. Spinetta (Microfon/Talent, 1973) Arte de tapa: Juan Oreste Gatti Detrás de la tapa: Lito Vitale Lito Vitale es uno de los artistas más activos de la Argentina. Nacido en una familia de músicos, a los 13 años formó parte de la cooperativa MIA (Músicos Independientes Asociados), genuino exponente de la contracultura de los años 70. Ellos desarrollaron un modo diferente de relación con sus fans, estableciendo contacto directo a través del correo postal. Así organizaban sus giras, y así financiaban la producción de sus discos, a la manera del crowdfunding actual pero sin la ayuda de Internet. Los MIA no grababan con las multinacionales - algunas de ellas socias de la industria armamentista, como la RCA. Ellos mismos mandaban a prensar sus discos, y confeccionaban las tapas una a una. “Algunos del grupo hacían el diseño, mi viejo hacía las matrices y mi vieja pegaba los cartones con tela adhesiva.”, recuerda Lito. A la hora de elegir uno de sus LP preferidos, se inclina por Artaud, de Luis A. Spinetta, un disco paradigmático de la historia del rock argentino, tanto por su música, como por la forma particular de la portada, que rompía con “la dictadura del cuadrado”, según palabras de su diseñador, Juan Gatti. Esa tapa se sigue recordando actualmente tanto como la música que contiene. Los dueños de las disquerías la odiaban, ya que no podían colocarla en ningún anaquel. Spinetta disfrutaba esto, pues se repetía lo que con el propio Artaud: “La filosofía se rehúsa a tomarlo como filosofo, la novelística, igual: no lo pueden ubicar en ningún lado”, decía. Fue muy difícil encontrar un original de este LP para hacer la foto. El único ejemplar que tenía la familia Vitale había sido regalado tiempo atrás al mismísimo Spinetta, que no lo conservaba. Fue el coleccionista Marcelo Fernandez Bitar quien amablemente me lo prestó por unas horas. Las puntas ya estaban arrugadas, como en todas las tapas de Artaud que pude ver hasta hoy.

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Goodbye Cream (Polydor, 1969) Foto: Roger Phillips ; DG: Alan Aldridge Detrás de la tapa: Alfredo Rosso, periodista, ex editor en Music Hall Cuenta Alfredo: “Empezamos a escuchar los discos de Cream con mis compañeros de la escuela secundaria, en 1969, y como habíamos visto en la revista “Pinap” que habían clubes de fans de los Beatles y de los Rolling Stones, pensamos que podía ser una buena idea reunir a los fans de Cream de la Argentina, que no debían ser muchos pero podía valer la pena para intercambiar puntos de vista. Hay que aclarar que en ese momento acá sólo se habían editado cuatro temas de la banda. Fijate lo que sería la falta de información que uno de los primeros integrantes que tuvimos nos preguntó quién era Eric Clapton en una foto que trajo ¡¡y nosotros no lo sabíamos!! No habíamos visto nunca una foto del grupo con el epígrafe que aclarara quién era quién. Pero, de alguna manera, la información se conseguía y al poco tiempo nos enteramos del “pedigré” de Clapton, de donde venía, etc. Nos juntábamos en un departamento de dos ambiente adonde llevábamos nuestros discos para escucharlos. Yo llevaba Goodbye, que era mi pieza más preciada. Después apareció Clapton tocando en el disco “Delaney & Bonnie & Friends On Tour”, y luego nos enteramos del supergrupo que había formado con Ginger Baker, Steve Winwood y Ric Grech. Entonces nuestro club pasó a llamarse “The Argentine Cream and Blind Faith Fans Club”. Debe haber tenido unos ocho socios, y un matasellos con el que identificábamos todos los ejemplares de revistas y discos que recibíamos.”

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Manal Manal (Mandioca, 1970) DG: Rodolfo Binaghi Detrás de la tapa: Juan Carlos Diez, periodista, autor de “Martropía, c onversaciones con Luis A. Spinetta” Cuenta Juan Carlos: “Cuando salió este disco increíble yo tenía 15 años. Había visto a Manal en vivo varias veces y siempre fue una experiencia inolvidable como aquella madrugada en el anfiteatro de Parque Lezama, donde éramos 50 tipos y 50 canas, varios de los llamados “serpicos”, con sus Ford Falcon y demás. A veces empezaban a tocar como a la una y media de la mañana. Subían y dejaban el escenario en llamas. Zapaban como locos en medio de esos temas que están en su primer disco: eran una bomba con la mecha ardiendo, igualito que la tapa. Además del amarillo tan llamativo del arte de esa portada, me llamaban la atención las fotos en blanco y negro de ellos tocando, grabando, también vestidos de negro. Fotos nocturnas. Jazz, blues, rocanroll, swing. Opresión de las ciudades, sur industrial, suburbio, soledad. Tres tipos ensimismados creando algo único, absolutamente nuevo. Podría escribir horas sobre cada tema de este disco: hace más de cuarenta años que lo escucho. Sólo recordar el swing de Avenida Rivadavia, la metafísica atrapante de Porque hoy nací, la contundencia de No pibe, la libertad de Una casa con diez pinos. Y el mejor blues en castellano de la historia, inaugural y eterno: Avellaneda blues. Me estremezco ahora mismo, escuchándolo mientras escribo. Con mi querido amigo, Eduardo Muñoz, gran bajista, nos juntamos a practicar la ceremonia y el culto de escuchar música, algo en desuso para los tiempos modernos y de audios plastificados. A través de los años, el que vuelve y vuelve, es este primer Long Play de Manal. Lo tengo en CD pero, con frituras y todo, lo preferimos en vinilo. Surco a surco, arando en la belleza de este disco al que, como a toda obra de arte, siempre se le encuentra algo nuevo.”

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The Future Now Peter Hammill (Charisma Records, 1978) Foto: Brian Griffin Detrás de la tapa: Agustín Mendilaharzu, dramaturgo, coautor, junto a Walter Jacob, de la obra “La edad de Oro”, acerca de dos generaciones de fanáticos de Peter Hammill. Agustín Mendilaharzu y Walter Jakob, son amigos desde siempre y fanáticos de Peter Hammill desde que lo descubrieron, muy jóvenes. Actualmente son dramaturgos y entre las obras escritas en conjunto, “La Edad de Oro” pinta la historia de su admiración por el músico, o, como le escribieron en 2012: “It’s about becoming an adult and being forced to let go of some old passions. But it’s also about the fervor your work produces in two generations – authentic music lovers, we hope, not energy vampires!” En ese correo electrónico, sin mayores expectativas, le proponían encontrarse en Bilbao, aprovechando que pronto sus caminos se cruzarían en dicha ciudad. Grande fue su emoción cuando recibieron la respuesta: “…maybe at sound checktime would probably be a better shake hands moment…just come along and introduce yourselves!” Walter y Agustín llevan grabado en sus memorias el “minuto a minuto” de aquel día en Bilbao y podrían repetirlo a quien se los pida, desde el ingreso a la estación a las 14hs, la entrada al hotel Bilbi a las 14:45, la llegada a sala BBK a las 16:30 y el encuentro con otros fans de miradas recelosas. Luego, una incómoda espera hasta las 17:00 para poder imprimir las entradas, el sonido envolvente de las campanas de la iglesia, y finalmente, a las 18:00, la aparición del músico junto al sonidista Paul Ridout cargando un estuche de guitarra. Un fan venezolano se les adelanta y se toma una foto con ellos. Walter y Agustin deberán aguardar media hora más, llenos de ansiedad - con el terror de que alguien les aclare que la pretendida cita se trata de un malentendido -, antes de que los hagan pasar. La sala es hermosa. Mientras la contemplan aparece Hammill, como un fantasma, camisa blanca y pantalón negro. Se acerca rápido y les extiende la mano. “Hello…”, sonríe. Es cálido y cariñoso. Viejo, alto, flaco: un gigante. Ellos: unos niños. Le cuentan sobre su obra de teatro y no lo pueden creer. Le entregan una copia impresa del texto y él promete leerlo. Salen felices. El encuentro duró tres minutos, aunque aún es puro presente para ellos. Les sigue un maravilloso concierto visto desde la primera fila: dieciséis temas que los amigos pueden enumerar uno a uno, deteniéndose especialmente en el segundo, Too many of my yesterdays, incluido en “La edad de oro”. A la salida del teatro, deciden esperar a Hammill para agradecerle una vez más. Walter y Agustín recuerdan que, en medio del abrazo fotográfico, su ídolo les comentó “No sé si notaron que canté un par de canciones sobre actores…” ¡Vaya si lo notaron!

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Jazz en Massey Hall Dizzy Gillespie, Charlie Parker (quien figura como Charlie Chan, una broma necesaria para gambetear el compromiso con su discográfica), Bud Powell, Charles Mingus y Max Roach (Debut Records, 1953) Foto: Bob Parent Detrás de la tapa: Sibila Camps, periodista. Cuenta Sibila: “Como muchos amantes de Cortázar, me inicié en el jazz tras leer “El perseguidor”. Quise saber quién era Charlie Parker y, al cumplir los 16 años, mamá y papá me regalaron un disco de ‘Bird’. De allí seguí con Gillespie, y con infinitos etcéteras, para atrás y para adelante. Aún no había nacido mi hijo cuando, con quien sería su padre, descubrimos y nos compramos Jazz en Massey Hall. ¡Cuánto lo hemos disfrutado! En los ’70, cuando vino Gillespie a la Argentina, fuimos a escucharlo, desde el remotísimo superpullman que nos permitió nuestro presupuesto. Dizzy volvió en 1979. Yo ya era periodista y fui a cubrir su recital. Al terminar, me acerqué a su camarín, para pedirle una entrevista. Era un hombre bonachón y simpático, y se puso a bromear conmigo, diciéndome que le hacía acordar a Joe Pass, porque también era petiso. Acordamos la entrevista para el día siguiente en el hotel donde estaba alojado. Cuando me acerqué para despedirme con un beso, sorpresivamente me alzó en brazos. Carlos Villalba, entonces fotógrafo de la revista “Pelo”, apretó el disparador. En ese momento me dio vergüenza, y le rogué que no la publicara. Más consciente que yo del valor de esa instantánea, unos meses después, Carlitos averiguó mi dirección - yo estaba de licencia por maternidad - y un día me tocó el timbre para darme esa foto. A un lado, pulgar en alto se ve a otro grande, el trompetista argentino Roberto “Fats” Fernández. Jazz en Massey Hall es uno de los pocos discos que he pedido me autografiaran. Como la tapa es negra y brillante, la firma de Dizzy Gillespie está en el reverso.”

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Steal Your Face Grateful Dead (Grateful Dead Records, 1976) DG: Robert D. Thomas Detrás de la tapa: Beno Guelbert, músico. Cuenta Beno: “Los Grateful Dead son una de esas bandas que solo podías conocer si tenías un pariente mayor que vos... claro eso era antes de la web... hace unos 35 años la cosa se daba así. Yo tenía una prima que se había ido a vivir a California a fines de los ‘70. Cuando venía de visita, o por carta, me contaba todos los shows que había visto y especialmente nombraba a Los Dead. Algo que no podía creer... algo supremo, intenso, ideal para los que en algún sitio de nuestro corazón añorábamos algo del espíritu hippie, de una psicodelia que parecía estar en extinción. Su música, o bien te podía pasar inadvertida o te fanatizaba al punto de sentirte parte de un selecto grupo “degustador”. Poco tiempo después viajé a Israel donde el azar me vinculó a un “acólito de esta secta” que potenció mi interés por la banda, así que cuando años después por fin pude verlos, la sensación era de extraña familiaridad. Un regocijo, una fiesta - algo nostálgica pero inacabable. Fueron dos días de la mano del increíble Jerry Garcia y sus muchachos. Nunca olvidaré esos shows... más cuando pocos años después Jerry nos dejara, privados de seguir deleitándonos con su particular sonido de guitarra, con esos solos tan emotivos. La tapa de Steal Your Face representa un estandarte de lo que eran los Grateful Dead.Tiene los mismos colores que los de la bandera de los Estados Unidos, como un mensaje de pertenencia, ya que su música está profundamente ligada al bluegrass, al country y al rythm and blues. Más “yankee”… imposible. Es una gráfica que sintetiza la psicodelia en tiempos modernos, post flower power, perdida la inocencia y la creencia en poder cambiar el mundo con la música, pero al mismo tiempo con una fuerza y una contundencia que pareciera decir “¡hey... we are still alive!”... “¡acá estamos... seguimos vivos!”.

Pablo Garber / Bs. As.


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Sticky Fingers The Rolling Stones (Rolling Stones, 1971) Concepto de tapa: Andy Warhol, Foto: Billy Name, DG: Craig Braun Detrás de la tapa: Rubén Vazquez, “Nebur”, diseñador gráfico Cuenta Nebur: “Sticky Fingers es el primer disco independiente de The Rolling Stones, lo que significó libertad. Sus letras, al igual que las portadas, eran blanco de la censura en las producciones internacionales, en las que se movía tanto dinero. Esta portada en particular, fue una de las primeras “grandes ideas” a igual que La banda de los corazones solitarios del Sargento Pepper. Con el trabajo de Andy Warhol cargado de detalles de calidad, más el estreno de la legendaria lengua de John Pashe, pasó a ser mi portada preferida. A los diseñadores jóvenes nos alentó a innovar. A usar la cabeza, nos dio una referencia. La calidad se transformó en una bandera a defender. Estuve varias veces a punto de robarla en disquerías y fiestas. Con el tiempo aumentó mi admiración por este trabajo. Leí que Mick Jagger le escribió a Warhol diciéndole que le daba total libertad para hacer lo que él quisiera para el diseño de la portada y que le mandara una carta con el dinero que él viera necesario cobrar por el encargo. Además le comentó que Al Steckler se contactaría con él en New York, que seguramente estaría nervioso y apurado, pero que no le hiciera caso. Esto también significó libertad. Así aumento mi cuidado por los detalles y hasta el día de hoy sigo asociando en mi trabajo a la libertad con la calidad.”

Pablo Garber / Bs. As.


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Pequeñas anecdotas sobre las instituciones Sui Generis (Microfon, 1974) DG: Juan Oreste Gatti Detrás de la tapa: Oscar Conde, poeta. Cuenta Oscar: “Fuimos al Luna Park con el escritor Jorge Fernández Díaz, que era - y lo sigue siendo - mi mejor amigo. Para nosotros, fans de Sui Generis de la primera hora, ese tercer disco, en el que saltaron definitivamente del folk al rock, se trató de un quiebre total. Todo empezó a cobrar sentido en ese momento. Instituciones nos permitió tomar conciencia de lo que representaba para el país la dictadura que nos gobernaba. En este disco se revela la violencia reinante en la Argentina de aquel momento. Fue su productor, Jorge Álvarez, quien presionó a Charly García para que se involucrara más con la realidad política del país. Le presentó a intelectuales de izquierda con quienes el músico simpatizó de tal manera que el mismo Alvarez debió intervenir luego para “suavizar” el contenido de las letras. Lo cierto es que estos límites potenciaron notablemente la calidad poética del disco, pues obligó a García a manejar implícitos, a sumergirse en el campo de la alusión y las perífrasis. Presentaba a la Justicia, al Matrimonio, a la Familia, como mecanismos represivos perversos, limitantes para la libertad individual en una sociedad que no sabe de rostros ni de nombres; en la cual “los magos, los acróbatas, los clowns / mueven los hilos con habilidad”. Era un mundo irreal y circense, reflejado como un grotesco, poblado por cadáveres, asesinos, jueces y censores. Al día siguiente de ese show, volví a escuchar Instituciones una y otra vez, y como las piezas de un rompecabezas, cada una de las canciones fue encastrándose con las otras dando cuenta de una cosmovisión crítica hacia una sociedad hipócrita y enferma de sí misma. Mi identificación con ese modo de ver la realidad fue inmediata. Nada me impulsó más a escribir poesía que las letras de las canciones que escuché en mi adolescencia. Varias de este disco resultaron decisivas.”

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The Velvet Underground & Nico The Velvet Underground & Nico (Verve Records, 1967) Arte de tapa: Andy Warhol Detrás de la tapa: Kona, la mascota de Angeles Novillo Almada, Chef Cuenta Angeles: “Para algunos el Rock comienza con los Rolling Stones, para otros de la mano de los Beatles. Para mi fue todo el binomio Reed-Cale y la Velvet Underground. Por razones de edad no me tocó vivir su comienzo, soy una de esas personas que lo adoptó más de una década después de que fuera editado. Sin saber los pormenores de Warhol, de las disputas, de todo el misticismo que hoy envuelve a este LP, entró a mi vida de casualidad, cuando en mis oídos sonaban los Sex Pistols, Frank Zappa, Bob Dylan, el flaco Spinetta, Led Zeppelin, David Bowie, Pattie Smith, entre otros. Entré a la casa de unos amigos y sonaba “Venus in Furs”. La guitarra, la melodía y la voz me cautivaron al punto de escuchar el disco completo varias veces esa misma tarde. Era mi época de adolescente, esa en la que uno mira con curiosidad todo, porque recién terminan de cargarle la data en el disco rígido y esta descubriendo que quizás haya otras versiones de software. Muchas veces me mudé de ciudad y de país. En la primera, el LP quedó en Argentina y fue sustituido por un brillante CD en Nueva York. Alli, para mi sorpresa, el disco tomó una nueva dimensión mientras transitaba sus calles, las de Heroin... ¡las mismas de “Waiting for the Man”! Las épocas cambian, uno mismo y sus gustos. Escuchar este álbum es volver en el tiempo al comienzo de la búsqueda de mi identidad, a mi primer exilio por opción, y pasar de visita por personajes que ya no forman parte de mi vida pero sí de mi historia. Siempre construyendo nuevos recuerdos al son de la misma música, ahora junto a mi perra Kona, que parece compartir mis gustos…. Sí. Sigue tan vigente como el primer día.”

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Consulta y envíos de trabajos: bexbariloche@gmail.com - http://www.bexmagazine.com BARILOCHE / PATAGONIA / ARGENTINA Abriendo espacios a la fotografía latinoamericana


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