Lo que Babel no se llevó Nº5 - Felicidad

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14 | BABEL Nº5

CUADRO DE

SITUACIÓN x Matías Ayerza

UN ARMA CALIENTE M. abrió el debate: -A ver, quién de ustedes puede decirme qué es la felicidad. J. tragó un pedazo de vacío y respondió primero: -Esto es la felicidad. Comer un buen asado con amigos. F. cuestionó: -Estás banalizando el significado de una palabra tan profunda. Mejor consultemos en Internet. Entonces los seis amigos sacaron sus teléfonos y googlearon el término. El primero en encontrar algo fue L., que omitió Wikipedia pero recaló en un blog de dudosa fidelidad. El autor explicaba su visión en unas veinte líneas que L. no alcanzó a leer por haberse distraído con otro post. Concretamente, un testimonio audiovisual de un bebé bailando reggeatón frente a sus risueños padres. A su derecha, E. corría con desventaja culpa del modelo de su celular, cuyo servicio de Internet distaba de poseer la rapidez que el dueño pretendía. Días más tarde, habría de comprar uno nuevo tras consultar a su proveedor de servicio telefónico: -Inscribiéndose a nuestro plan de amigos, obtiene cuarenta por ciento de descuento en la compra del dispositivo móvil que solicita. Su cuota mensual aumentaría, y también su satisfacción. El perro aprovechó el silencio y la distracción para hacerse de un sobrante de carne en la parrilla. Lo tomó con sus dientes, dándose el lujo de cortejarlo antes de saciar su apetito sin recibir los reproches del dueño de casa.

A metros de él, los seres humanos continuaban inmersos en sus teléfonos a la búsqueda de la verdad. Sentado en la punta de la mesa, F. era consciente de que tenía que abrir Google para iniciar su misión, pero antes atendió los mensajes que una chica le había mandado. Eran admirables sus dotes para el manejo del teclado. Sus dedos obraban con intensidad y sus ojos delataban un nivel alto de concentración. Antes de avocarse de lleno a la tarea que le correspondía, cruzó con ella frases como “¿Te veo esta noche?”, “Mentira, no solo te escribo cuando estoy borracho”, “Buenísimo, después te llevo a tu casa”. N. fue más práctico. Consultó el diccionario de la Real Academia Española, que regalaba tres definiciones, la primera de las cuales era Estado de ánimo que se complace con la posesión de un bien. Le llamó la atención que una de las instituciones más importantes de la lengua española atribuyera al materialismo el significado de un término tan trascendente. Creyó inútil persistir con la idea y resolvió esperar a sus amigos iniciando una partida del más angustiante tetris. M., melómano, vio la oportunidad de aferrarse a una canción conocida, que encontró con solo teclear Beatles y happiness en el buscador: -Lo tengo: la felicidad es un arma caliente –dijo, y sonrió. Nadie respondió. Los múltiples atractivos que ofrecían los aparatos móviles con Internet llamaban más la atención. La búsqueda fue un fracaso. Cada uno de los responsables de hallar la verdad sucumbió ante la

dinámica de las redes, y la palabra protagonista no encontró en aquella mesa una definición que la representara. El escenario fue sólo percibido por el perro: los seis amigos ignorando que aquella noche celebraban tanto tiempo sin verse las caras, desacreditando aún más a J. y a su ingenua creencia de que todo se reduce a un instante con las personas que uno más quiere. Pero alguien reaccionó. Fue el propio J., que se puso de pie y habló: -Quiero brindar por este grupo tan unido. Que nunca se corte, chicos. Los amigos apoyaron los celulares en la mesa, entrechocaron los vasos y balbucearon algunas palabras felices. Alguien agregó: -También quiero brindar por el gol de Messi. ¿Lo vieron? L. respondió: -¿Hoy hizo un gol Messi? -Un golazo –remarcó N., que luego agarró su teléfono y buscó el video. Los demás se colocaron detrás de él para alcanzar a verlo. Luego se quedaron viendo otro en el que se comparaban los goles de Messi con los de Maradona. Lo analizaron entre todos y llegaron a una conclusión: el I-Phone es el mejor teléfono, porque se puede ver Youtube. -¿En qué quedó al final lo de felicidad? –preguntó otro antes de irse. -En nada. Es algo muy difícil de definir.


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