Los últimos años de Casanova

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J O S E P H L E G R A S Y R AO U L V È Z E L O S Ú LT I M O S A Ñ O S DE CASANOVA

ATA L A N TA







BIBLIOTHECA CASANOVENSIS

ATA L A N TA

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Medall贸n de Casanova tomado de la portada del Icosameron. Grabado de Johann Berka, 1788


JOSEPH LE GRAS Y RAOUL VÈZE LOS ÚLTIMOS AÑOS DE CASANOVA

EDICIÓN A CARGO DE JAIME ROSAL

ATA L A N TA 2013


En cubierta: Pietro Longhi, El concierto, 1741 En guardas: castillo de Dux (actual Duchcov), República Checa Dirección y diseño: Jacobo Siruela

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Todos los derechos reservados.

Título original: La vieillesse de Casanova © De la traducción, el prólogo y las notas: Jaime Rosal del Castillo © EDICIONES ATALANTA, S. L.

Mas Pou. Vilaür 17483. Girona. España Teléfono: 972 79 58 05 Fax: 972 79 58 34 atalantaweb.com ISBN: 978-84-940941-1-8 Depósito Legal: GI-465-2013


ÍNDICE

Lo que Casanova no nos contó 9

Los últimos años de Casanova 15

Apéndices

El mundo subterráneo de Giacomo Casanova 103 Icosameron 117 Compendio de mi vida 133

Bibliografía 141



LO QUE CASANOVA NO NOS CONTÓ

Al concluir la lectura de Histoire de ma vie, título que Giacomo Casanova puso a sus memorias, uno lamenta abandonar a ese más que ameno compañero de viaje que nos ha deleitado con su apabullante y docta verborrea a lo largo de esas más de tres mil páginas, que conforman el más vivo retrato de la sociedad del siglo XVIII que se haya escrito. Entonces se apodera del lector una sensación no poco frustrante, pues resulta evidente que algo, mucho, se le ha quedado en el tintero a partir de 1773, momento en que Casanova llega a Trieste, tras dieciocho años de exilio, y, ya perdonado por los Inquisidores de la Serenissima, está a punto de regresar a su querida Venecia. Si, tal como ha sido documentado, Casanova redactó sus memorias entre 1790 y 1793, ¿cuál es la razón de que nos escamotee cerca de veinte años de su vida, habida cuenta de que en el propio título de la obra había hecho constar Histoire de ma vie jusqu’à l’an 1797? Según las hipótesis de varios casanovistas, tan sólo dos razones pudieron empujar al veneciano a no proseguir con la narra9


ción de sus apasionantes andanzas. La primera, comprobar que, a partir de su llegada a Venecia, al filo de los cincuenta años, Casanova ve declinar su estrella y, tal como se desprende de su abundante correspondencia, su vida se ha tornado monótona e insípida, algo que, a su juicio, carece de interés para sus lectores. (Un punto sobre el cual habría mucho que discutir a la vista de cuánto le aconteció durante esos años de declive, cuyo interés está a idéntica altura que el de sus años de esplendor.) La segunda, como apuntan Le Gras y Vèze en el presente texto, es que tal vez un pacto de secreto con los Inquisidores de Estado le obligase a guardar silencio sobre sus actividades como informador del «temible» Tribunal. Personalmente me inclino por la primera, pues, según todos los informes que redactó para los Inquisidores, no parece que el veneciano pudiese estar al tanto de alguna información de crucial importancia que comprometiera la seguridad de la República, sino más bien todo lo contrario. Casanova, que todo lo ha contado cuando brillaba en los más distinguidos salones de Europa, desde 1774 tiene más bien poco, o nada, que decirnos. Fracaso tras fracaso, su vida se desliza hasta el castillo de Dux, donde el conde de Waldstein le empleará como bibliotecario tanto por caridad como, qué duda cabe, porque el veneciano es un personaje de incuestionable atractivo cuya capacidad de seducción, a pesar de la edad, permanece intacta, tal como se desprende de las numerosas e ilustres visitas que recibió en su exilio de Dux, así como de la copiosa correspondencia que mantuvo con notables personajes del mundo de las letras, el arte y la política hasta prácticamente el momento de su muerte. Casanova, que tanto nos ha divertido y tanto nos ha hecho reflexionar, abandona a sus lectores tras su llegada a Venecia, lo que es una verdadera lástima, 10


pues su vida desde ese momento se prolongará veinticuatro años no exentos de interés, como se puede comprobar tras la lectura de estas páginas. Sin embargo, ya no es el afortunado joven capaz de engatusar a los incautos en una banca de faraón, capaz de convencer a su majestad Luis XV para fundar la lucrativa lotería de la Escuela Militar de París, capaz de replicar a Voltaire, a Catalina la Grande, a Federico de Prusia y, la lista es muy larga, a tantos grandes personajes de la época con los que tuvo el placer de codearse, por no citar sus célebres hazañas galantes, cuyo relato, es de lamentar, en muchas ocasiones ha empañado el brillo de sus variados talentos, que, como es bien sabido, abarcaron desde la música a la literatura, y desde las artes esotéricas a las ciencias exactas. Y ¿qué le ocurrió a Casanova durante esos veinticuatro años? No pocas cosas, como veremos a continuación, y ello ha constituido el objeto de investigación de varias generaciones de casanovistas empeñados en rastrear sus pasos para demostrar que el veneciano ni mintió en sus memorias, ni fue un personaje de ficción. Esta hipótesis, que hace años estuvo en boga, llegó a atribuirle a Stendhal la creación anónima de Casanova, pero en la actualidad, habida cuenta de los múltiples testimonios que dan fe de su paso por este mundo, se nos antoja un disparate. El presente librito, escrito en 1929, cuando los estudiosos de Casanova carecían de la tecnología de la que hoy en día puede disponer cualquier investigador, es fruto de la paciencia de dos casanovistas de primera hornada: Joseph Le Gras, autor de una biografía de Casanova aparecida en 1930, y Raoul Vèze, el titán bajo cuya dirección se publicó, entre 1924 y 1935, en Éditions de La Sirène de París, la primera edición fiable de las memorias del veneciano, antes de que en 1960-1962 Plon editase la versión 11


autorizada por el editor Brockhaus directamente del original autógrafo en francés. Por descontado que desde 1929 ha llovido lo suyo; no obstante, este texto es una excelente síntesis ampliamente documentada de lo sucedido a Casanova desde su regreso a Venecia hasta su muerte. En este sentido, esta «continuación» de Histoire de ma vie responde sobradamente, y con toda solvencia, a esa pregunta que antes hemos formulado. De todos modos hemos de reconocer que, desde la fecha en que fue escrito hasta nuestros días, las investigaciones de los casanovistas han progresado notablemente y que, tal vez, se echen a faltar algunas puntualizaciones. Sin embargo, por su concisión, el valor histórico del texto, plasmado en un estilo producto del tiempo en que fue escrito, conserva un delicioso aroma y es de todo punto riguroso en atención a lo que, en aquella época, se había logrado rastrear acerca de las andanzas de nuestro protagonista, que no era poco. Es, en suma, un excelente resumen de la vida de Casanova después de su Histoire de ma vie, y en este sentido su valor es incuestionable. Por ello, tanto para quienes hayan leído la autobiografía del veneciano como para quienes aún no hayan disfrutado de ella, Los últimos años de Casanova es en sí misma una obra de sumo interés que, al igual que sus memorias, viene a informarnos cumplidamente sobre un tiempo en el que la sociedad europea estaba en permanente estado de ebullición. Respecto al texto he de advertir al lector que he acomodado la puntuación de los autores, un tanto caprichosa, al uso de nuestros días, a la vez que he unificado la grafía, algo confusa en cuanto a toponímicos y nombres propios, a fin de que el lector pueda identificar con facilidad tanto a los personajes como los lugares que aparecen en la narración. Asimismo, y dado que Le Gras y Vèze insisten 12


en su importancia dentro de la producción literaria de Casanova, hemos incluido sendos apéndices sobre su novela de ficción Icosameron y el conocido como Compendio de mi vida (Précis de ma vie), última carta que el veneciano escribiera a Cecilia de Roggendorf, su postrer amor, y que es un excelente resumen de su vida. Para concluir, debo mencionar la participación de mi esposa Birgitta Sandberg, que, con suma paciencia, me ha ayudado a rastrear las huellas de ciertos personajes que aparecen en el texto, sobre cuyas respectivas identidades existían algunas dudas, y también por haber recopilado la iconografía del presente volumen. A su vez, quiero agradecer efusivamente a Helmut Watzlawick, codirector de L’Intermédiaire des casanovistes, su desinteresada y esclarecedora ayuda. Jaime Rosal del Castillo

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Bi bli ot heca Ca s anovensis En 1929 los casanovistas Joseph Le Gras y Raoul Vèze publican en París Los últimos años de Casanova, breve a la par que magnífico resumen que recoge todo cuanto Casanova no nos contó en sus memorias desde su llegada a Trieste en 1773, tras dieciocho años de exilio, hasta el día de su muerte el 4 de junio de 1798. En este sentido, este texto es un imprescindible colofón a su Historia de mi vida (publicado por Atalanta en 2009), que recoge el declive del aventurero, que se inicia a su llegada a Venecia tras el perdón de los Inquisidores de la República, momento en que inicia una mala racha que lo empuja a una vida errante y precaria, hasta que el conde de Waldstein lo emplea en 1785 como bibliotecario en su castillo de Dux (Duchcov). Allí escribirá el grueso de su obra: varios tratados de la más diversa índole, una sorprendente novela de ciencia ficción rococó titulada Icosameron, pero, sobre todo, las más de tres mil páginas redactadas en menos de dos años de su Histoire de ma vie, que no sólo es el mejor espejo de la Europa del siglo XVIII, sino también una de las obras literarias más interesantes y audaces de todos los tiempos. Autor de varios ensayos sobre la Ilustración, como Diderot et l'Encyclopédie, Joseph Le Gras escribió una biografía y varios estudios sobre Casanova, entre los que destaca Le véritable Casanova. Raoul Vèze fue el responsable de la edición clásica de sus memorias, publicada por La Sirène en París entre 1924 y 1935, y de los volúmenes III a VIII de Pages Casanoviennes. El barcelonés Jaime Rosal, autor de varias novelas y colecciones de relatos, ha dedicado a Casanova los libros: Breviario, Homenaje a Casanova, Máximas y anécdotas de Casanova, Cartas a un mayordomo y El polemoscopio. Esta edición incluye, además de un jugoso apéndice sobre el Icosameron, el célebre Compendio de mi vida que Casanova envió por carta a la joven Cecilia de Roggendorf, el último amor de su larga existencia aventurera.

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