Andén 69 - Malvinas

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#69 a帽o iv julio de 2012 precio: este peri贸dico

I

PARADA OBLIGADA EN LA COMPRENSION DE LA REALIDAD

ilustraci贸n por daniel mart铆n - www.dmdesign.com.ar - mardaniel@gmail.com

no se vende

malvinas una causa latinoamericana


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editorial

E

xiste un lugar en Malvinas donde los argentinos que lucharon por la recuperación de ese pedazo de terruño argentino, fueron enterrados. En una de las escasas oportunidades que el gobierno inglés permitió el ingreso de los familiares, padres, hermanos e hijos en conjunto, una madre buscó y buscó incansablemente la tumba de su hijo. No lo encontró, no está… “¿y ahora qué hago? –se preguntó- me vine hasta acá, tanto viaje, tantos escollos, ¿y ahora qué?”, a lo que otro familiar le replicó “podés rezarle a cualquiera, podés dejarle las flores donde te parezca… todos son tu hijo”. Porque así lo entendemos, lo comentamos; en este nuevo número de ANDÉN, Malvinas se hace carne común, se mezcla con colores de bandera argentina con un toque de sol granate, teñido con ríos de llanto, de bronca, de sangre, de la turba que se mandó a recuperar, pensando que tal vez se salvaba una etapa de la historia argentina que, desde el vamos, estaba perdida. ¿Quien no sueña con ver la Argentina extendida hasta allá ahora que más de 700 soldados se quedaron en el océano y la tierra malvinense? Es una reacción lógica y natural que tal vez pueda comenzar a concretarse en obras pacíficas… de intercambio, de tolerancia y proposición. Un niño podrá curarse en Argentina o en Malvinas cuando un profesional así lo indique y no siendo tan solo una frontera que lo defina. La forma de hablar y las costumbres bien podrían estar escritas, leídas o cantadas, en el idioma del entendimiento, del respeto y la convivencia. Tal vez el reclamo de un pedazo del usurpado territorio podría ser más escuchado en los foros internacionales sin un dejo de hipocresía, realmente queriendo solucionar y proponiendo, antes de cualquier circo mediático, que nos entrega un gran cantidad de centimil en periódicos con fotos descollantes y nada mas que eso. Hace un tiempo un grupo de intelectuales propuso como estrategia que propugnaba, antes que el conflicto y el aislamiento, la integración de las islas. En este sentido puede pensarse en un intercambio educativo, un hacer las paces –aunque sea en la educación que a sabiendas es casi lo menos significativo para algún que otro sector de la sociedad- pero que podría generar otros proyectos

mar

planta estable

maquinista juan ignacio basso chancho gustavo zanella encargado del salón comedor luciano pablo basso

la que hace sonar la bocina lorena barbosa guardabarreras gabriela giambroni la que se pasó de estación maría belén morejón la que endereza las vías natalia lópez jefe de estación horacio ernesto giambroni

staff

paso a relatar algún que otro infortunio de la estación pasada, fiel a mi prolija labor de detector inclaudicable del errar ajeno. a pesar de que me han advertido que en esta ocasión no se trata de una falta, sino que el infortunio tendría origen en el carácter propiamente cosmopolita de esta publicación y su vocación por no abjurar al territorio. así fue que no solo se entrevistó al uruguayo victor hugo morales en francia y al cordobés walter mignolo en honk kong, sino que en la entrevista al teórico de la red modernidad/colonialidad -publicada en el número 68 de este periódico- se reunieron tanto la presentación del primero como del segundo. prueba sin más, irrefutable, de la cercanía ideológica -dijeron algunos obsecuentes-, nostalgia territorial -alegaron los más cautos-. lo cierto es que, por una u otra razón, ahí anda remixado el número dedicado a la cartografía.

boletero jorge augusto cuello

debo destacar la proeza conseguida en esta ocasión, donde lejos de las asociones tan típicas como básicas respecto a la simbología del número 69, los comentarias se mantuvieron a raya evitando más profundos y sinceros augurios...

fede ratas

el que no vio la barrera pedro pertusi

los que corren la zorra manuel fontenla franco dré

el que corta las vías martín giambroni

la que dice que el tren no tiene que poner guiño para doblar florencia bellagamba el que no se quiere bajar del tren césar maffei

que no incluyan fronteras, casi como un isleño esperando una botella con mensajes de paz, una paloma que llegue volando, o – en estos tiempos modernos- un mail de alguna escuela de frontera. Una permuta comercial, que incluyera productos regionales de ambos lados, permitiendo un canje extenso y productivo podría acelerar tiempos pacíficos. La paleta es múltiple, la acción está por verse o por intentarse desde cada rincón de acá o de allá, con voluntad popular sin escándalos o lucha innecesaria. Ahora bien, al proponer una acción concreta por un territorio en disputa, uno debe preguntarse las razones que cuenta y observar la pasión con la que estas razones son argüidas. Si bien en un principio estos puntos parecen ser uno y el mismo, resulta también evidente que si nos atenemos a las razones la discusión es una –plataforma continental, espacio marítimo, derecho de las tierras que pertenecían al virreinato al lograrse la independencia- y si nos guiamos por la pasión el punto es otro–ingleses piratas, imperialistas, explotadores-. Y entonces surgen preguntas del siguiente tipo: ¿puede distinguirse entre pasión y razón en un planteo territorial que los argentinos llevamos a flor de piel?, ¿podemos ser objetivos en un caso como este? E incluso en un nivel más profundo, más sincero: ¿para qué queremos las islas?, ¿porque queremos reivindicar a los 700 pibes que quedaron allí?, ¿porque los argentinos tenemos una herida abierta?, ¿tan solo porque corresponde, porque es nuestro legítimo derecho?, ¿acaso por los “recursos naturales”?, ¿acaso porque sentimos que nos falta lugar, porque la Patagonia nos queda chica? En este sentido, ¿qué es lo que nos molesta más: no tener las islas o que las tengan los ingleses? Intentar hilvanar un consenso en torno a estos cuestionamientos es una tarea imposible en nuestro país, si es que se quiere que el reclamo siga manteniendo la unanimidad que alcanza a la totalidad del arco político (pocos son efectivamente quienes tienen desinterés por el tema). Es por ello que en este ANDÉN nos aventuramos a indagar qué hay detrás del reclamo de soberanía, cuál es su historia, por qué nos afecta tanto y cuáles son las vías que poseemos como pueblo para liberarnos del yugo imperial que aún, hoy en día, continúa ejerciendo su opresión en nuestras tierras.

los que pintan grafitis en la estación daniel martin gabriel maffei cleo bouza las que pasan por abajo del molinete bárbara aguer giselle méndez carla wainsztok las que se roban los quebrachos ana laura suarez cassino paula neri viviana montes los que se dedican a otra cosa yanina foti nicolás alejandro miguez colgados del tren, como racimos grupo de estudios para la liberación (gel): bárbara agüer, juan ignacio basso, martín forciniti, juan francisco martínez peria, mercedes palumbo, ezequiel pinacchio, soledad ramati, tomás rosner y santiago sánchez caminantes de las vías que se detienen en esta estación

josé maría maurizio, rodolfo pertusi, eugenia migliori, Yael N. Tejero Yosovitch. boleto

gratarola

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opinión

“en el fondo el olvido es un gran simulacro nadie sabe ni puede/ aunque quiera/ olvidar… un gran simulacro repleto de fantasmas”

lorena barbosa / “Era de noche y los aviones no habían parado de sobrevolar durante todo el día. Algunos pasaban realmente bajo. Cada dos por tres sonaba la explosión de una bomba. De repente, golpean furiosamente la puerta. Agarré a mis hermanitos menores de la mano, salimos de la cama y nos escondimos debajo de la mesa de la cocina. Teníamos 2, 3 y 4 años. En medio de los golpes, se oyó una explosión y ruido de vidrios. Probablemente habría sido la ventana del living que tuvieron que romper para entrar. De repente cuatro militares entran con sus armas, buscando, no sé qué. Desde allí abajo solo llegábamos a verles las piernas” Tardé veinte años en descifrar que estos recuerdos en mi memoria eran tan solo sueño. En 1982 vivíamos con mi familia en Río Gallegos, Santa Cruz. Fueron tiempos duros para la ciudad, militarizada, con operativos de control y oscurecimiento, aviones sobrevolando, y desde ya, simulacros en los colegios, en el jardín.1 Aún hoy sigue siendo difícil encontrar relatos sobre la guerra. No se conocen públicamente muchas imágenes, historias de vida de los caídos y experiencias de sobrevivientes, ni siquiera de otros protagonistas secundarios. Por el contrario, parece que nos hemos acostumbrado a un relato hegemónico (conveniente para escuchar y reproducir), aparentemente sostenido en el silencio. Algunos pensadores afirman que nuestra historia en las últimas décadas se ha fundado sobre dos intenciones de olvido, sobre dos silencios (estos contracara de aquellos): los desaparecidos durante la dictadura y la derrota en Malvinas. Sin embargo, esta relación memoria-olvido amerita un análisis más prudente, ya que como arguye Mario Benedetti parece que “El olvido está lleno de memoria”. El psicoanálisis se ha preguntado sobre el papel del inconsciente en la explicación de olvidos, huecos, vacíos y repeticiones que el yo consciente no puede controlar. La sociología, en el mismo sentido, también hace su aporte. Existen silencios impuestos por temor a las represalias posteriores (sobre todo en regímenes autoritarios) y también por propia voluntad de silencio, con el objeto de guardar los rastros en lugares difíciles, para cuidar a los otros, para no herir ni transmitir sufrimientos. Ricoeur denomina “olvido evasivo” al intento de no recordar lo que puede herir. A su vez, hay vivencias pasadas que reaparecen de diversas maneras, pero que no pueden ser integradas narrativamente, a las que no se les puede dar sentido. Los acontecimientos traumáticos conllevan grietas en la capacidad narrativa, los famosos “huecos en la memoria”. En este nivel, el olvido no es ausencia o vacío. Es la presencia de esa ausencia, la representación de algo que estaba y ya no está, borrada, silenciada o negada. La memoria implica un proceso activo de elaboración y construcción simbólica de diversos sentidos sobre el pasado: la memoria no es algo dado ni fijo, es un lugar de tensión, de luchas continuas, es un campo de dispu-

tas simbólicas de relatos construidos por diversos actores. Abordarla involucra referirse a recuerdos, olvidos, narrativas, actos, silencios, gestos, saberes y también emociones. Su tiempo no es lineal, cronológico o racional. Si bien el ejercicio de las capacidades de recordar y olvidar es singular, no ocurren en individuos aislados sino insertos en redes de relaciones sociales, en grupos, instituciones y culturas. Esos recuerdos personales están inmersos en narrativas colectivas, que a menudo están reforzadas en rituales y conmemoraciones grupales, y como esos marcos son históricos y cambiantes, en realidad, podemos concluir que toda memoria es una reconstrucción más que un recuerdo. Y lo que no encuentra lugar o sentido en ese cuadro es material para el olvido. Así, la memoria colectiva y el olvido social son intersubjetivos, porque implican un encadenamiento de memorias o de olvidos individuales. Podemos encontrar un sentido coherente entre estos “huecos en la memoria” y el trauma. La actuación del trauma sirve a menudo como anclaje de identidad. Se genera entonces una fijación en ese pasado y en esa identidad, que incluye un temor a la elaboración y al cambio, ya que esto significaría una especie de traición a la memoria de lo ocurrido y lo pasado. Por la misma razón, suele darse una construcción de la memoria sobre los relatos principales y se reproducen mecanismos de alienación donde otros sectores sociales hacen suyos esos relatos dejando de lado la propia experiencia. La repetición puntual de un mismo relato, sin variación a lo largo de años, atenta también contra la memoria. Los argentinos tenemos un compromiso ético y político al recrear el pasado. Debemos ocuparnos de una reconstrucción intersubjetiva curadora. Tanto los protagonistas, como la ciudadanía en su conjunto cargamos con las heridas de la dictadura militar, de Malvinas y del neoliberalismo. Debemos elaborar lo traumático, encontrar las palabras justas para narrar nuestra historia, para que el pasado deje de invadir el presente, y tan solo lo informe y lo guíe hacia el futuro que soñamos. En primer lugar tenemos que estar dispuestos a escuchar. Escuchar voces nuevas, diferentes, dolorosas, críticas, a veces políticamente incorrectas. Los procesos de expresar y hacer públicas las interpretaciones y sentidos de esos pasados son dinámicos, no están fijados de una vez para siempre, ya que al contrario de lo que uno podría suponer, el paso del tiempo no los opacan, sino que los maduran y los reavivan. En este sentido, las efemérides resultan una oportunidad que los docentes afín con la pedagogía crítica no podemos desaprovechar. Para finalizar volvamos al sueño del principio. Podemos pensar la sugerencia de Dominick LaCapra, quien propone una concepción de la historia que involucra una tensión entre la reconstrucción objetiva del pasado y un intercambio dialógico con él, en el que el conocimiento no entraña solamente el procesamiento de información

lorenaebarbosa@gmail.com

sino también afectos, empatía y cuestiones de valor. La multiplicidad de narrativas permite incorporar la complejidad de niveles en el análisis de los mecanismos de trasposición y descomposición del tiempo que funcionan en la subjetividad. De esta manera, la historia fáctica, de los eventos y acontecimientos que “realmente” existieron se convierte en un material imprescindible pero no suficiente para comprender las maneras en que sujetos sociales construyen sus memorias, sus narrativas y sus interpretaciones de esos mismos hechos. En la tensión entre una y otra es donde se plantean las preguntas más sugerentes, creativas y productivas para la indagación y la reflexión sobre nuestra historia reciente. ESE GRAN SIMULACRO (El Olvido está lleno de Memoria) Mario Benedetti “Cada vez que nos dan clases de amnesia como si nunca hubieran existido los combustibles ojos del alma o los labios de la pena huérfana cada vez que nos dan clases de amnesia y nos conminan a borrar la ebriedad del sufrimiento me convenzo de que mi región no es la farándula de otros en mi región hay calvarios de ausencia muñones de porvenir/arrabales de duelo pero también candores de mosqueta pianos que arrancan lágrimas cadáveres que miran aún desde sus huertos nostalgias inmóviles en un pozo de otoño sentimientos insoportablemente actuales que se niegan a morir allá en lo oscuro el olvido está tan lleno de memoria que a veces no caben las remembranzas y hay que tirar rencores por la borda en el fondo el olvido es un gran simulacro nadie sabe ni puede/ aunque quiera/ olvidar un gran simulacro repleto de fantasmas esos romeros que peregrinaran por el olvido como si fuese el camino de Santiago el día o la noche en que el olvido estalle salte en pedazos o crepite/ los recuerdos atroces y los de maravilla quebrará los barrotes de fuego arrastrarán por fin la verdad por el mundo y esa verdad será que no hay olvido.” 1 El documental “Simulacros de la Memoria” de Gonzalo Zapico, pinta con mucha naturalidad el cuadro.


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diálogo diálogo con josé maría maurizio, contraalmirante (re), presidente de la asociación de veteranos de guerra de malvinas

gustavo zanella /

locardeux@hotmail.com

Una mañana de frío polar en Buenos Aires, en el centro porteño, Andén va en busca de José María Maurizio, Contraalmirante (RE), veterano de guerra y presidente de AVEGUEMA, Asociación veteranos de Guerra de Malvinas, quien nos recibe para contarnos sobre el rol de la Asociación -la más grande del país-, los valores que buscan mantener y la importancia de Malvinas como hito histórico para la Argentina en más de un aspecto. Nos recibe un hombre maduro, alto, moreno, con una voz acostumbrada a mandar pero siempre respetuosa. De impoluto traje, está sentado en un escritorio que no saldría de lo común si a su izquierda no tuviese una enorme bandera nacional colgada de un mástil de madera. Una bandera con el sol en el centro. Atento al frío del exterior ofrece un café. Un hombre, que en el transcurso de la conversación servirá al entrevistado en varias oportunidades de ayuda memoria, nos trae el café ofrecido.

aveguema ANDÉN: ¿Cuál es el rol de la Asociación? ¿Cuántos años hace que están en actividad? José María Maurizio: La asociación de veteranos de Malvinas, conocida como AVEGUEMA, es la asociación con mayor cantidad de socios, cerca de 3000. La particularidad es que está compuesta por todas las fuerzas: ejército, marina, fuerza aérea, gendarmería, prefectura y la marina mercante -o sea, civiles-. Y de todas las jerarquías, de soldado a general. Tenemos nuestros socios distribuidos en todo el país. Hay numerosas asociaciones que son más chicas y que fundamentalmente son locales, relacionadas con el lugar donde viven los veteranos. La nuestra no tiene esa característica. A nosotros nos reúne el hecho de tratar de contener, atender a los veteranos. Tenemos nuestra oficina, nuestra página web http://www.aveguema.org.ar/, y cada 2 meses publicamos la gaceta malvinense. Atendemos necesidades por ejemplo en el ámbito de la salud. Tenemos contactos establecidos con el PAMI, que tiene una sección de veteranos de guerra que atiende las necesidades de los veteranos. ANDÉN: ¿Las tareas que realizan son solo asistenciales? No, lo que hacemos cuando nuestros asociados o no asociados -es decir un veteranotiene un problema tratamos de encaminarlo hacia el sector u organismo que puede ayudar a solucionar su problema sea de la índole que fuera. Proveemos información o lo conectamos o depende del caso hacemos las gestiones. Por ejemplo, tenemos un veterano que tenía problemas en santa cruz e hicimos las gestiones para que se lo atendiera allí, en una brigada. Sean o no socios nuestros. No preguntamos, solo basta con que sea veterano.

1.- veteranos ANDÉN: ¿La asociación apoya el reclamo de los movilizados (personal no participante en el teatro de operaciones)? J. M. M.: Es un tema que nos escapa a nosotros porque el hecho de ser considerado veterano lo estableció el gobierno, es quien establece quién es veterano de guerra y quién no. Por veterano de guerra se ha establecido los que estuvieron en Malvinas, los que operaron en un radio determinado marino, fuerza aérea. Eso está en la página web del ministerio de defensa. Donde también está el listado de todos los veteranos de guerra. ANDÉN: Independiente de la tipificación que hace el gobierno ¿cuál es la postura de la asociación? J. M. M.: Nosotros no apoyamos a los no reconocidos. Tampoco los dejamos de lado. Algunos de nuestros socios no lo son. Pero no queremos introducir esa discusión porque la enorme mayoría de nuestros socios son veteranos. Y como se ve en los diarios, hay opiniones contrapuestas con respecto a eso e incorporar ese debate es un problema porque nosotros no tenemos la solución. La solución la tiene que buscar esa gente por vía del gobierno. ANDÉN: ¿Cómo impactó la “desmalvinización” de la sociedad? J. M. M.: Muy mal. Le leo parte de un reportaje que le hicieron al soldado Poltronieri, condecorado con la cruz al heroico valor en combate. Le preguntan: “¿Cómo fue tu vida al volver al continente?”, y contesta: “A partir de ese momento comenzó otra guerra para mí, y estoy seguro de que para todos los veteranos de guerra también. Eso es algo que no entiendo ni entenderé jamás. ¿Cómo es

posible que nuestros enemigos en Malvinas nos hayan reconocido y aquí todavía estemos luchando por tener un lugar dentro de la sociedad?” La Nación argentina lo condecoró, los ingleses hablan de él. Pero así como este hay muchísimos casos. Muchos que no son conocidos. Y uno se pregunta cómo muchos dieron la vida y otros arriesgaron la suya luchando por nuestra patria sin nada a cambio. Cuando terminó la guerra hubo un manto de silencio. Como querer esconder “debajo de la alfombra” la pérdida de la guerra. Pero lo importante ha sido la actuación de la gente. El sacrifico de la gente. En Malvinas se pasó frío, se pasó hambre, también miedo. En esos 74 días, de noche se acercaban los buques, bombardeaban y caían las bombas y mataban gente.

las fuerzas armadas? J. M. M.: No es una cuestión de utilidad, creo que cuando dos naciones se enfrentan en una guerra y existen posibilidades de negociar y aun así se llega a la guerra es el fracaso político de dos gobiernos que enfrentan a dos naciones. Si no hay posibilidad de negociar… no hay posibilidad de negociar. Pero si la hay… En el caso de Malvinas hubo instancias de negociación, pero se llegó a la guerra. Si se llega a la guerra, y esto es a título personal, no de la asociación, le repito, es un fracaso político de dos gobiernos, porque muere gente. Y del lado inglés murió más gente de lo que ellos dicen. Por eso mantienen en secreto archivos de Malvinas por 99 años. Antes de la guerra, Malvinas se sabía porque se lo enseñaba en la escuela.

¿Cómo es posible que nuestros enemigos en Malvinas nos hayan reconocido y aquí todavía estemos luchando por tener un lugar dentro de la sociedad? Cuando amanecía, se retiraban y aparecían los aviones y bombardeaban, y eso fue permanente. Y luego los combates. Y hay actos de heroísmo que son fantásticos en lo que hace al valor. Le sigo leyendo a Poltonieri: “¿Qué sentías en ese momento de combate?”, le preguntan. Y él responde: “En ese momento no pensaba en nada, ni en nadie. Sos vos, tus compañeros, y el enemigo que te quiere matar.” Ese valor es difícil de explicar para aquel que no entiende cuál es la esencia del combate.

2.- la guerra ANDÉN: ¿Fue una guerra útil para

Después lo sabía un puñado de gente chica del programa de descolonialización de la ONU y un puñado de gente chica del Foreing Office y nadie más. Después de la guerra, el tema Malvinas fue conocido por todo el mundo. La asamblea general tomó resoluciones donde obliga a Inglaterra a sentarse a negociar, cosa que Inglaterra se niega. Y los ingleses se sienten presionados por ellos. Eso un hecho. No digo que haya sido útil para nadie. La guerra es mala, es un acto extremo para el ser humano. Yo no creo que a nadie le guste la guerra. Si a alguien le gusta la guerra es porque no está bien. ANDÉN: ¿Le adjudica algún


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diálogo

valor a las investigaciones volcadas en el informe Rattenbach? J. M. M.: La verdad es que no sé. Hay cosas que se pueden decir con el diario del día después. Las cosas hay que ubicarlas en su contexto y en el momento en que se desarrollaron. Y hay cosas que yo desconozco. Si uno piensa que en ese momento la armada inglesa se estaba

oportunidad. Bombardeaban de noche y de día. Era difícil el aprovisionamiento. Por eso digo que si alguien dice que no tuvo frío, que no tuvo hambre y que no tuvo miedo es porque no estuvo en Malvinas. Se paso hambre, frío y por supuesto que miedo. El temor existe pero cuando llega el momento del combate uno queda en apoyo de su compañero, de su subordina-

cuando dos naciones se enfrentan en una guerra y existen posibilidades de negociar y aun así se llega a la guerra es el fracaso político de dos gobiernos desarmando, estaban desarmando unidades navales y Argentina se armaba y la guerra la encuentra en mitad de un reaprovisionamiento… Bueno, no sé, habrá que analizar el tema con elementos de juicio del momento. Lo que sí es rescatable, y el informe lo señala, es la actuación de las tropas. Y a eso apunta nuestra asociación. No a la cosa estratégica que es harina de otro costal. Los veteranos no eligieron ir a Malvinas. Eso fue decidido por otra gente. Los que mandaban en ese momento. A nosotros nos mandaron a cumplir una tarea y la tarea se cumplió, la primera parte, el desembarco, de manera impecable, donde no se produjeron bajas ni daños a la propiedad de los ingleses. Y después la segunda, la defensa. ¿Improvisaciones? Por supuesto, en una guerra nadie está completamente preparado. Por ahí no se esperaban que llegara la guerra habiendo negociaciones de por medio. Pero eso hay que preguntarle a los actores de ese momento. ANDÉN: ¿La famosa cuestión de los víveres y donaciones que se enviaron desde el continente y nunca llegaron implicaron alguna instancia de reclamo tanto en esa época como inmediatamente después? J. M. M.: Algunas cosas llegaron y quedaron en puerto argentino porque no había maneras de llevarlas. A los que estaban en primera línea, que eran la mayoría porque estaban desplegados en el terreno, era difícil hacerles llegar las cosas. No llegaban. Algunas sí, otras no. Donde había

do o de su jefe. Es el máximo esfuerzo que hay más allá de lo razonablemente humano.

3.-tratos y derechos ANDÉN: Se han denunciado casos de torturas y maltratos por parte de la oficialidad hacia los conscriptos… ¿Le merece alguna reflexión? J. M. M.: Lo he escuchado, ha salido en los diarios. No sé si pasaron o no. Somos muchos y nadie me ha contado jamás nada de eso. Si existieron realmente no sé. Lo que me llama la atención es que sale 30 años después. Si hubo maltrato fuera de la norma militar, y además en un campo de combate, por qué no lo denunciaron… ¿Por qué había miedo por la dictadura militar? Sí, pero la dictadura termino en el ‘83. Tuvieron el ‘85, ‘88, ’90… ¿por qué no lo denunciaron? ¿Sale ahora, 30 años después? No tengo explicación ANDÉN: También se han denunciado casos de torturas y maltratos por parte del adversario, violatorias de convenios internacionales. ¿Le constan estas denuncias? J. M. M.: Tampoco tengo la información. No digo que no hayan existido, nunca lo escuché. No tengo duda de que en el fragor del combate a alguno se le haya excedido. ¿Pero maltrato? Pero si se acerca a una trinchera el enemigo tira a matar, ese es el combate. O me mata o lo mato. ANDÉN: Se lo digo por los maltratos violatorios a convenios internaciona-

les. J. M. M.: Yo y otros que hemos sido prisioneros no me hablaron de maltrato. Uno solo sabe lo que paso en el ámbito en el que estuvo y se entera de lo que le cuentan, de eso que usted me dice, no escuché nada. ANDÉN: ¿Cómo fue la vuelta en el marco institucional y social? J. M. M.: A la gente cuando regresaba se le hacía una revisión médica, se los interrogaba para ver que había hecho, cómo había sido la guerra para hacer los informes posteriores. Cada fuerza hizo lo suyo. Y después un silencio como si no hubiéramos existido. No hubo un reconocimiento al valor y al esfuerzo que hicieron todos los veteranos. 642 hicieron el máximo esfuerzo: murieron. Y muchos más hicieron otro esfuerzo: el solo hecho de estar en la guerra es un esfuerzo tremendo. ANDÉN: ¿No hubo reconocimiento ni siquiera de las jerarquías militares que gobernaban en ese momento? J. M. M.: El reconocimiento fue que se nos nombró veteranos de guerra, hubo un distintivo, un diploma, la medalla del congreso y después un silencio total. No hubo un reconocimiento para esa gente, y vamos siendo grandes, vamos quedando pocos. Por eso nuestra asociación trata de difundir el tema de Malvinas de una manera positiva: el esfuerzo de la gente, sobre todo de los que han quedado, nos tiene que llevar a usar el ingenio para buscar la manera de que las Malvinas sirvan para hacer cosas buenas. Los argentinos nos unimos para esa guerra, porque en ese momento nos unimos, y un grupo de argentinos hizo el esfuerzo máximo; quiere decir que podemos hacer cosas buenas. Esos 642 que quedaron en la tundra malvinera y en el fondo del océano nos exigen que agudicemos nuestro ingenio para encontrar los caminos que nos devuelvan las Malvinas a nuestra soberanía.

4.- Malvinas hoy ANDEN: ¿Tiene sentido seguir pensando a las Malvinas como parte del territorio nacional? ¿Eso no significa identificar tierra con identidad nacio-

nal? J. M. M.: Es así, a nadie se le ocurriría pensar que misiones podría ser de Brasil, es nuestra. Con ese mismo sentimiento las Malvinas son nuestras. Nosotros luchamos por la soberanía argentina. Los ingleses lucharon por el deseo de los que estaban en Malvinas. Eso es lo que dicen los ingleses. Pero ahora, esos deseos de los ingleses en 1833 cuando los desalojaron de las islas no fueron respetados. Fue la fuerza inglesa. La gente que está en las negociaciones tiene que encontrar los caminos. Y puede haber muchos y diversos caminos. Siempre cuando uno negocia tiene que ceder a algo. ¿Qué? No sé, hay que pensar y hay que establecer un contacto, un acuerdo. ANDÉN: ¿Qué le pasaría a usted si de pronto lo asaltara la idea de que la guerra fue en vano y la pérdida de vidas inútil? J. M. M.: Sería lamentable. Independientemente que uno pueda estar o no de acuerdo con las decisiones adoptadas. Todo el mundo sabe, los países latinoamericanos nos apoyan, en los foros interna-

¿Improvisaciones? Por supuesto, en una guerra nadie está completamente preparado cionales muchas naciones nos apoyan. Porque como le decía antes, Malvinas pasó a ser conocida en la comunidad internacional después del ‘82 y tenemos un gran apoyo. Por eso no creo que haya sido en vano. No en vano perdieron su vida los caídos. Creo que sería una mancha para los caídos pensar así, para los que volvimos. Yo fui a arriesgar mi vida y luché por todos los argentinos, no por mí mismo. Uno cumplía con su misión lo mejor que pudo de la manera que sabía y en el puesto en el que le tocó ocupar en ese momento. Hubo gente que dio la vida. * versión completa en nuestra web: www.andendigital.com.ar


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historia

la mirilla diminuta soledad ramati Comprobé lo difícil que es pensar Malvinas como algo más amplio, anterior o registrable en muchas otras dimensiones diferentes a la bélica cuando buscando libros sobre Malvinas en plena calle Corrientes, solo encontré libros de la guerra de Malvinas. Eso me obligaba a un ejercicio ridículo, repetitivo, absurdo. La secuencia se iniciaba cuando yo decía: “Quiero un libro sobre Malvinas pero no sobre la guerra sino algo más amplio, más histórico o anterior”. Acto seguido, ante la mirada perpleja de algunos vendedores, el recuento memorístico de los libreros de pura cepa o la búsqueda informática por los demás, me informaban que todo lo que tenían sobre Malvinas era sobre la guerra. Esto reactivó muchas inquietudes que creía propias de una ignorancia exclusivamente personal pero en una versión más ampliada. Volví preguntándome: ¿es que los argentinos creemos que Malvinas es solo (aunque no es poca cosa) una guerra en la que participamos? ¿No tiene una historia previa? ¿Es que no existieron acercamientos náuticos, emprendimientos comerciales, actividad diplomática, argumentos jurídicos, etc.? Sí, Malvinas también (y mucho antes que una guerra) es todo eso. Es por ello que nos proponemos un recorrido por aquellos eventos que la guerra -con su suceder encandilante y los sentimientos/sentimentalismos a los que apela- no nos deja ver y que también son parte de las Malvinas, porque conforman los argumentos históricojurídicos que vierte cada parte, Argentina e Inglaterra.

el descubrimiento Muchos son los Jacob Roggeveen navegantes que se han atribuido el avistamiento de las Islas. A título de ejemplo, podemos mencionar desde el más alejado en el tiempo, casi conal temporáneo “descubrimiento de América” –Américo Vespucio en 1501/02- hasta el más cercano –Jacob Roggeveen en 1721-. Más allá de lo entretenido que resultaría detenernos en este ítem, reviste una importancia relativa a la hora de entender las argumentaciones de soberanía de los Estados sobre Malvinas. Lo cierto es que sea quien fuere el descubridor, el nudo histórico parece sucederse más adelante.

la colonización francesa y el reclamo español Los franceses, a través de Luis Antonio de Bouganville, ocuparon las Islas en Enero de 1764 desarrollando en ellas una colonia con unas 150 personas. Cuando España toma conocimiento de esta circunstancia, protesta ante el Rey Luis XV y Francia, respuesta, como devuelve en 1766 las Islas a las autoridades españolas. Esto es todo un signo de que existía un reconocimiento internacional resLuis A. de Bouganville

pecto a la propiedad de las Islas por parte de España. A cambio de la restitución, España pagó los gastos de la expedición francesa.

la instalación inglesa y su retiro Mientras tanto, en 1765, Gran Bretaña ingresa y se instala en las Islas permaneciendo sin ser percibido por España hasta 1769, año en el que se enfrentan las fragatas de ambos países. Como resultado de este enfrentamiento naval, Inglaterra considera que su pabellón y con ello, su honor, han sido ofendidos. Aquí podemos ver como la argumentación no se basa en una invocación derechos de sino que se apela a un valor de corte cabal l e r e s c o . España, como salida intermedia, acepta la permanencia de los Jorge III, rey de Inglaterra ingleses en el Puerto Egmont con la condición de que, salvado su honor, se retirarían. Este retiro se produjo en 1774 pero permaneció como signo de posesión una placa en la que sostenían que las Islas Falkland “son de exclusivo derecho y propiedad” de Jorge III, Rey de Gran Bretaña.

la independencia España sigue a cargo de la gobernación de las Islas durante 44 años (generando un gran desarrollo en actividades económicas e infraestructura en convivencia con la depredación salvaje y clandestina de la fauna marina por parte de

loberos norteamericanos, franceses e ingleses) ya que estas formaban parte del Virreinato del Río de la Plata. En este período se produce el único ejercicio de soberanía indiscutible y continuo. De allí que, cuando se produce la

Revolución de 1810 España se repliega para que sus hombres, armas y navíos se dirigieran a pelear contra la sublevación. En el momento mismo de la Independencia, el Estado Argentino que se conforma, extiende su soberanía por herencia sobre las Islas. Sobre este punto se despliega el argumento de la “adquisición por emancipación”, que significa que, al dividirse el Virreinato, la división política de los nuevos Estados emancipados abarca todo aquello que formaba parte del Virreinato.

la bandera argentina Desde 1811, las Islas permanecen sin autoridades hasta que en 1820 se enarbola la bandera argentina y se realiza -entre múltiples actos de soberanía-, la comunicación a los loberos de otras nacionalidades de que ya no podrían destruir las fuentes de recursos libremente. Inglaterra no protesta.

1829 un año complicado Se crea la Gobernación Civil y Militar específica de las Islas y se designa en su puesto a Luis Vernet. En este caso, Inglaterra sí protesta y reclama su soberanía. Cuando Vernet ordena la detención de los loberos norteamericanos (cuya importancia venimos intentando resaltar en este brevísimo relato) se produce una puja de poder/ escaramuza entre la diplomacia norteamericana, inglesa y argentina que culmina con la invasión inglesa en 1833 de las Islas. Desde 1833 hasta 1982, se desplegarán infinidad de recursos diplomáticos, formales, protestas Resoluciones de la ONU, Luis Vernet correspondencia, influencia de la Opinión pública internacional, etc. Sin embargo, la ocupación inglesa resulta inamovible hasta la actualidad. De esta permanencia surge el argumento inglés de la adquisición por la “administración y posesión efectiva e ininterrumpida” de la Isla. El punto que se sigue discutiendo es que la adquisición de la propiedad no sucede cuando la posesión no es “pacífica” (que sería el caso) en virtud de las múltiples quejas y reclamos, es decir, en virtud de que la posesión fue tomada por la fuerza.

1833 la ocupación y el gaucho rivero Como resultado de los problemas para imponer la sanción a los loberos, Vernet renuncia pero sus explotaciones


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actualidad

gaucho Rivero

casualidades

comerciales en las Islas continúan. Antonio “el gaucho Rivero”, peón de Vernet, lidera una sublevación –junto a 7 hombres- cuyos motivos detonantes se desconocen: su causa podría haber sido el estado de descontento generalizado entre los trabajadores, la ocupación inglesa o ambas. Como resultado, fueron asesinadas 5 personas, entre ellos el administrador británico de las Islas. Sigue vigente la discusión sobre si Rivero fue un simple asesino, un patriota o ambas.

cada vez menos casuales

los isleños Desde 1833 se instalaron habitantes ingleses en las Islas (llamados Kelpers o isleños). Esta circunstancia abre la discusión entre dos principios que –en el caso específico- se presentan como contradictorios. Por un lado, el argumento inglés de la “Autodeterminación de los Pueblos” (Resolución 2065 de la ONU), es decir, que como “Pueblo” tienen el derecho de diseñar sus formas de gobierno, sin injerencia externa. Esto abre un vendaval de preguntas: ¿son un Pueblo o son habitantes ingleses que fueron “implantados” en otro espacio geográfico por razones estratégicas? ¿Se es Pueblo aún si no se cuenta con autonomía comercial? Como estas, podríamos enunciar miles de preguntas. Por otro lado, se presenta el argumento argentino de la “Unidad nacional e integridad territorial”, es decir, es una explicación geográfica que se basa en la unidad de la plataforma marina respecto del territorio continental argentino. Este argumento, si bien cuenta con un fuerte respaldo en la Convención de la ONU sobre los Derechos del Mar y la Resolución 1514 de la ONU, no resuelve el problema de la presencia ineludible de los isleños. Hasta aquí, un cierto relato fáctico recortado. Por supuesto que dejamos por fuera las empresas comerciales que operan como influencias constantes; las “aventuras” de ciertos grupos, como el “Operativo Condor” –en el que unos 18 jóvenes peronistas nacionalistas secuestran un avión, lo dirigen a las Malvinas para izar allí la bandera argentina y cantar el Himno nacional-; la importancia estratégica; los recursos naturales en juego, etc. Este “recorte” no intenta ser neutral sino que obedece a cierto objetivo: conocer los argumentos histórico-jurídicos en los que se lleva adelante la discusión y que suelen permanecer en un segundo plano, a diferencia de aquellos de orden bélico, por demás presentes. Por último, resulta interesante tomar a las Malvinas como objeto a través del cual vemos la coincidencia de lógicas más amplias: las lógicas del “daño al honor” invocado por los ingleses junto con las lógicas propias de los Estados Nación Modernos de invocación de Derechos, en convivencia con exabruptos bélicos o, por qué no, el uso de la fuerza como obturación de toda argumentación posible. Aún más específicamente, es posible tomar al tema Malvinas como una especie de mirilla diminuta -y por lo tanto injusta para ser concebida como un reflejo automático de la Argentina- por la cual se pueden establecer relaciones y, más que nada, preguntas interesantes que no obtendrán una respuesta correcta y reciente sino, más bien, respuestas impresas con el carácter de la realidad: múltiple y compleja.

eugenia migliori* /

eugeniamigliori@gmail.com

a 30 años de la finalización de la contienda entre argentina y el reino unido por la soberanía de las islas malvinas, sándwich y georgias del sur, la mandataria argentina concurrió al comité de descolonización de las naciones unidas, mientras que al archipiélago arribó el gobierno británico para celebrar el “día de la liberación” y un poderoso submarino nuclear que profundizará la militarización en la zona de las potencias extrarregionales

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iel a una tradición colonialista que no debería sorprender a nadie, el Reino Unido decidió embarcarse -desde que el MERCOSUR decidiera en diciembre impedir el arribo de barcos con bandera ilegal de las Islas Malvinas a los puertos de sus Estados Miembros- en una embestida contra el gobierno argentino y contra todos aquellos países latinoamericanos que adoptaron la causa de Malvinas como propia. Esta implicó tratar de deslegitimar el reclamo argentino de soberanía sobre el archipiélago, el cual se sustenta en numerosas resoluciones de la Organización de Naciones Unidas, específicamente la 2065 pronunciada durante el gobierno de Arturo Illia. Desde diciembre a esta parte, los latinoamericanos hemos asistido a una sucesión de agravios, torpezas y exabruptos que no encuentran respuesta en los discursos argentinos, sino más bien señales de paz y cordialidad. Más aún, fiel a una tradición de apego a las normas e instituciones internacionales que caracteriza a nuestro país – y a las democracias de América del Sur en general- el gobierno argentino contestó con altura los infundados reclamos de un gobierno que, en vez de proteger a su población de una crisis económica sin precedentes, prefiere mantener colonias de ultramar a más de 12 mil kilómetros de distancia ignorando los pedidos de la comunidad internacional e intensificando la, ya existente, militarización en el Atlántico Sur. Este es un interesante punto a analizar. La militarización aquí esbozada no es nueva. No podemos caer en el discurso obvio que se refiere a una militarización repentina e improvisada en el Atlántico Sur, que data de muchas décadas pero se fortaleció intensamente a mediados de los años 50 tras la realización del XX Congreso del Partido Comunista en el cual la entonces Unión Soviética decidió otorgarle una importancia estratégica al Tercer Mundo y a las campañas llevadas a cabo en África y América Latina. La potencia comunista accedió, de esta forma, a bases aeronavales que inquietaron a los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) quien, con Estados Unidos a la cabeza, fortaleció, a partir de la década del 80, la presencia de Reino Unido en el área sudatlántica. Esto se constata en el Plan para los Océanos Libres,

documento aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional, en el cual el gigante norteamericano afirmaba la importancia que revestía contar con el apoyo del Reino Unido para tener, eventualmente, posesiones que facilitaran la ejecución de sus planes. De esta forma, Estados Unidos alentaba al Reino Unido a que mantuviera bajo su soberanía las Islas “Falklands”, Sándwich y Georgias del Sur. La alianza estratégica existente entre Estados Unidos y el Reino Unido tampoco debiera sorprendernos. Y pese a que el gigante del norte se pronunció a favor del diálogo entre los países en conflicto, no podemos olvidar la amistad que ha prevalecido históricamente entre las dos potencias. En este orden de ideas, la militarización del Atlántico Sur también vino dada a partir de la elaboración de planes de contingencia del Comando Sur Norteamericano con la reactivación, luego de 58 años, de la IV Flota en el 2008 y su intento por reformar y utilizar siete bases militares en la República de Colombia, una de las cuales (Palanquero) permitía la operación de aviones modernos que podrían transportar desde helicópteros hasta batallones completos, así como llegar hasta el recientemente creado Comando Africano sin la necesidad de frenar para cargar combustible. La situación que aquí se presenta además de ser compleja, tiene a varios responsables. A diferencia de otros años, la mismísima presidenta Cristina Fernández se presentó el pasado 14 de Junio ante el Comité de Descolonización para exigir que el Reino Unido se siente a negociar con nuestro país. A contramano de la postura pacífica y diplomática de Argentina, y en el mismo momento en que se cumplían treinta años de la finalización de la guerra, arribó al archipiélago el Ministro de Asuntos Exteriores británico para celebrar el “Día de la Liberación” junto a una población implantada y un poderoso destructor submarino nuclear que, además de intensificar la presencia militar de potencias extrarregionales en el Atlántico Sur, valida cada vez más la posición argentina. * Lic. En Relaciones Internacionales (USAL). Candidata a Magíster en Relaciones Internacionales (USAL) y Coordinadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Gobierno de Argentina.


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diálogo diálogo con rodolfo pertusi, ex combatiente de chascomús

lorena barbosa /

lorenaebarbosa@gmail.com

En abril de 1982 vivía con mi familia en Río Gallegos, Santa Cruz. Con casi cinco años, recuerdo que se debían oscurecer las ventanas de las casas con mantas, llevar al jardín de infantes una muda de ropa en la bolsita por si la guerra se extendía al continente y los simulacros. Las señoritas poniéndole una cuota lúdica, al toque del timbre, nos hacían formar y ocultar rápidamente debajo de las mesitas. A mis jóvenes padres (Liliana Biacchi y Virgilio H. Barbosa) les preocupaba especialmente un soldado oriundo de Chascomús, que estaba haciendo el servicio militar allí cuando se declaró la guerra: Rodolfo Pertusi. Rodolfo fue integrante del Escuadrón de Artillería Antiaérea destacado en el aeropuerto de Puerto Argentino, uno de los lugares más abatidos por el fuego enemigo. Fue trasladado en un Hércules C-130 el día 3 de abril y junto a otros soldados estuvo a cargo de 9 cañones de 20mm de defensa antiaérea durante 70 días. Destruir la pista era vital para los británicos, ya que constituía el único enlace físico de las fuerzas argentinas con el continente. Desde el 1° de mayo, los aviones Sea Harriers la atacaban tres y cuatro veces por día, mientras las fragatas bombardeaban todas las noches. A pesar de que la pista, tal como la describían, parecía un colador, siguió operando hasta la última noche. Me han contado que cuando terminó el conflicto mi padre fue a la base aérea a buscarlo y luego de algunas idas y vueltas, ya pudieron celebrar su regreso, y la vida. Recuerdo a Rodolfo antes y después del 2 de abril jugando con nosotros en casa y que a mi hermana menor Carolina y a mí, la presencia de un joven de 18 años nos había provocado una suerte de pudor que nos condicionaba un poco a la hora de hablarle. 30 años después, me recibe en su estudio de arquitectura en Chascomús, en la casa donde viviera de joven. En la biblioteca tiene fotos de la guerra, una en casa vestido de soldado, y un par de proyectiles que se trajo escondidos. Ha participado en política desde que empezó a estudiar en la Facultad de Arquitectura (UNLP), ocupó una banca en el Concejo Deliberante de Chascomús y otros cargos en la Municipalidad. Actualmente es Secretario de Planificación y Desarrollo. Mate de por medio, comenzamos el diálogo.

ANDÉN: ¿Cómo terminaste en la Guerra de Malvinas? Rodolfo Pertusi: Finalicé el colegio en la Industrial y me tocó hacer el servicio militar obligatorio en la Fuerza Aérea (FA). El 7 de enero de 1982 me incorporo en La Plata, un camión nos llevó a la base aérea de El Palomar, de ahí nos subieron a un avión con destino a Río Gallegos. Para mí comenzaba, como para tantos jóvenes varones, la colimba. Tenía pensado terminarla en un año y después ingresar a la

estaba yo. Llegué a las islas el día del cumpleaños de mi hermano - 3 de abril y festejé mis 19 el día 28 de ese mes. ANDÉN: ¿Y cómo era la vida cotidiana? R. P.: Hubo un antes y un después del 1° de mayo. Antes teníamos comunicación normal, comíamos muy bien, hacíamos carne asada, teníamos leche condensada, mantecol (que era muy demandado), comida enlatada, no enlatada, mate, tortas fritas. Estábamos en carpa, como si

“Tenemos una misión constante de tratar de que la gente no se olvide de Malvinas. Es lo menos que podemos hacer por los 649 que dejaron su vida allá…” facultad. En el medio se declara la guerra. Como la FA incorporaba muy temprano, los clase ‘63 llegamos a tener una instrucción básica, pero el ejército tuvo que convocar a la clase ‘62 porque tenían muy pocos ingresados (recurrieron a los “más experimentados”). Nuestra primera misión luego del desembarco fue rodear la pista de Puerto Argentino con 9 cañones antiaéreos, en uno de esos -con tres o cuatro soldados de asistente de pieza cada uno-

estuviéramos de camping, no había mucho movimiento. A partir del 1° tuvimos nuestro bautismo de combate. Fue el día más largo de mi vida: empezó a las 4:40 y terminó a las 6 de la tarde (y aún persistió durante la noche). Fueron una sucesión de bombardeos de aviones y de barcos, como para hostigar a las inmediaciones del aeropuerto. Luego llegaron los nuestros y fuimos un poco espectadores del enfrentamiento en el aire. Fue sorpre-

sivo y duro, recuerdo que podíamos ver el aspecto de los pilotos, que pasaban en vuelos rasantes, buscando objetivos. Los ataques de los días siguientes fueron diferentes: los bombardeos eran a gran altura, en los horarios de las comidas. Los bombardeos de los barcos de noche, eran muy terribles porque lo único que podíamos hacer era rezar para que no nos cayeran en la cabeza. ANDÉN: ¿Cuál creés que era el grado de profesionalismo militar? R. P.: Tenemos que hacer una distinción entre las tres fuerzas: FA, Ejército y Marina. Nuestros cañones los dirigían los militares de carrera, nosotros éramos asistentes, evitábamos que se trabaran las cintas. Nuestro entrenamiento era la de un par de meses en simulacros en Gallegos, y el de los profesionales era el misma pero un poco más de tiempo. Luego había de todo, el Regimiento 7 y el BIM 5 de la Marina por ejemplo, tuvieron un papel destacado sin recursos materiales. Hubo altos jefes que no estuvieron a la altura de las circunstancias y otros que por el contrario luchaban a la par de sus soldados, hasta que la superioridad británica se hacía incuestionable. ANDÉN: ¿Vos por qué peleabas? R. P.: Yo fui porque me tocó. A ver, uno

obviamente tiene un sentimiento hacia lo que es propio, más allá del contexto político. Por una cuestión de sobrevivencia tratábamos de hacer las cosas lo mejor posible y nos alegrábamos cuando había un éxito parcial, pero no era “ese sentimiento”… no sé cómo expresarlo, es delicado decirlo. Había otros compañeros que tenían una mayor compenetración con el hecho de estar combatiendo. La realidad es que muchos de los que estábamos ahí deseábamos que terminara cuanto antes, de cualquier manera. Cuando me fui de las Islas, un poco antes de la rendición (por un relevo inexplicable que se hizo), a mí me alegró mucho; me iba al continente y se acababa la incertidumbre de no saber si ése era el último día de mi vida. ANDÉN: ¿Considerás que las películas sobre el tema reflejan lo que efectivamente pasaba? R. P.: Abusos había. Hambre y frío, también. No quiero quitarle significación, ni mucho menos, pero tenemos que ponerlo en términos relativos, no podemos generalizar. Hubo torturas y eso fue gravísimo, pero la forma en que estas películas lo abordan, ofende a muchos. No gusta la idea de “los chicos de la guerra” muertos de miedo, frío, incapaces de defenderse. Mi experiencia no implicó un contacto


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diálogo

cuerpo a cuerpo con el enemigo, estábamos a metros de la pista y teníamos la suerte de acceder fácilmente a la comida, recibir cartas. Los que estaban en el campo, no tenían estas ventajas, ni tampoco disponían de tiempo de sosiego para comer. La situación cruenta de riesgo extremo y temor no te dejaba pensar en comer, sino solo en sobrevivir. Estaban los que lloraban y se morían de ganas de treparse al primer avión que llegara, así como aquellos totalmente compenetrados en arriesgar su vida y en entregar todo lo que tenían. ANDÉN: ¿Cuáles son tus memorias más vivas de Malvinas? R. P.: En lo personal no soy muy memorioso, así que juntarme con ex combatientes me ayuda mucho. Recuerdo la vida en Malvinas porque fuimos haciendo una rutina vinculada a nuestros objetivos en la pista, muy estática y repetitiva. Al ver a un piloto inglés que pasó a mucha velocidad, paneando con su cabeza, buscando al objetivo, pensé: “Este tipo labura de militar, no creo que sea un asesino, seguro tenga familia, amigos y hasta quizás esté renegando por haber tenido que venir aquí, o no”. Estaba de todos modos buscando reducirnos o eliminarnos, al igual que nosotros a ellos, y me parecía un disparate. Recuerdo el suelo húmedo, como la arena mojada en el mar, poca vegetación, mucha piedra y el viento. El sonido de los aviones y las sirenas me llevan a Malvinas (me remonta al momento crucial de la alarma de alerta roja, ataque inminente, que indicaba que teníamos que dejar todo para ir a un lugar seguro). Los recuerdos más fuertes en el continente son mis meses en la colimba y algunas amistades, con quienes aún tengo fuertes vínculos. Lo curioso en nuestro caso fue que comenzamos la colimba, fuimos a una guerra, volvimos y la tuvimos que terminar; mi baja fue en octubre de 1982. Nosotros juramos defender la patria con la vida el 9 de julio, después de que ya la habíamos defendido. La sensación más linda fue el 12 de junio a la noche, cuando regresé en el Hércules, para mí se había acabado. Era una noche horrible,

fría, oscura, pero hermosa. No sé si a las pocas horas o al día siguiente, apareció tu papá a interiorizarse sobre cómo estaba yo, a pedido de mi viejo. Los días de franco, cuando mis compañeros se iban a cabaretear o a un boliche, yo me quedaba a dormir con ustedes y encontraba el calor de hogar. ¿Qué opinas de la “desmalvinización”? Malvinas, tanto en la memoria de los argentinos como en los veteranos, tiene curvas. A veces van juntas y a veces no. He discutido con compañeros porque no creo que la “desmalvinización” haya sido algo intencionado del primer gobierno democrático. Los mismos ex combatientes y veteranos no nos abríamos (por los motivos que fueran), y a su vez, la sociedad le puso el sello de “acción especulativa de la dictadura”. Decir Malvinas era mala palabra. Para un ex combatiente era tan difícil conseguir trabajo como para un ex convicto. Aquí mismo en Chascomús, los reconocimientos se hacían de acuerdo a la afinidad política, por ejemplo, durante el gobierno de Fernandino (PJ) yo era empleado municipal y miré un acto de Malvinas desde la ventana. Fíjate que el CECIM (Centro Ex Combatientes Islas Malvinas) fue auspiciante y coproductor de la película Iluminados por el Fuego, y hacer tanto hincapié en las torturas que existieron, en la teoría de los dos enemigos (la dictadura e Inglaterra), nos deja en un plano de víctima total. Hay proyectos legislativos que asimilan en la noción de “víctima” tanto a los desaparecidos de la dictadura como a los veteranos. En el otro extremo tenemos a quienes creen que fue una gesta heroica y que meter la política en el medio es algo sucio. ¿Qué opinión tenés sobre la política de Malvinas que tiene el gobierno nacional? Algunas cosas me parecen muy interesantes e importantes y otras creo que se sobreactúan. Buscar el acompañamiento de los países de América Latina me parece bárbaro, no dejar de hablar de Malvinas en cualquier foro aunque moleste, me parece fantástico. Ahora, hay algunas que son excesivamente simbólicas, como la

medida de que no atraquen barcos con bandera inglesa en los puertos argentinos o la frecuencia de viajes desde Ezeiza. La sobreactuación no ayuda al debate, al contrario, lo simplifica. Creo que hay que profundizar en explorar otras alternativas, no creo que puedan sentarse ambos países a dialogar, son dos posiciones irreductibles. Hay que buscar terceros, que se interesen, se expidan, que tomen posición… la ONU tiene que tomar postura. Como se hizo con la cuestión del Canal de Beagle, necesitamos una mediación internacional. ¿Cuál crees que debería ser la postura de la sociedad frente a Malvinas? Como te decía recién, la sociedad también fue partícipe en la “desmalvinización”. El BIM5, cuando volvió a Río Grande entró desfilando, ovacionado por la gente, pero al Regimiento de Infantería 7 (que se habían rendido en la Batalla de Monte Longdon) lo escondieron y guardaron para engorde. Luego tenes otros como yo que

de lo que le pasaba a la selección argentina y se olvidaba de nosotros, cagándonos a tiros. Si yo hubiera estado en Buenos Aires, me hubiera manifestado en contra de jugar el Mundial: estábamos de luto, en una guerra, teníamos 5000 ciudadanos peleando. Creo que los silencios posteriores, el tirar la “basura debajo de la alfombra”, tuvo que ver con una suerte de sentimiento de culpa de la sociedad, por haber sido partícipes al darle carta libre a la Junta. ¿Condicionó la guerra tu futuro? En algunos aspectos, no. Pensaba estudiar arquitectura y cuando volví pude hacerlo. Hubo compañeros que la pasaron mucho peor, que la experiencia en las islas realmente los limitó en muchos sentidos. Por otro lado, sí. Digamos que lógicamente me marca el presente. Te replanteás que hacés en la vida para evitar estos hechos tan desafortunados. La militancia es proyectar este interés de que no se olviden de Malvinas. Conocí a los veteranos y ex

“Hubo altos jefes que no estuvieron a la altura de las circunstancias y otros que por el contrario luchaban a la par de sus soldados” volví caminando por la calle Libres del Sur como si nada, el 17 de agosto de 1982 con mi uniforme, aún hacía la colimba y ninguno de inteligencia me seguía para ver qué decía. Un grupo de mujeres comprometidas con el tema habían organizado un homenaje, pedí permiso para asistir y me lo dieron. Recuerdo que alguien me palmeó y me dijo: “¡Uy! ¿Qué hacés? ¿Cómo andás? Pensé que habías muerto.” Por suerte estaba equivocado. El día que salíamos hacia Malvinas escuchaba en la radio a la gente excitada y avivando a Galtieri en la Plaza de Mayo y festejando el desembarco, y a pesar de que yo en ese momento tenía muy poca formación política, me parecía muy descabellado e inexplicable lo que sucedía. Otro día estaba en la trinchera, escuchando un partido de fútbol del Mundial en España, para distraerme un poco y pensaba en la cantidad de gente que estaba pendiente

combatientes de Chascomús, en ese homenaje en agosto. Luego, poco a poco, nos fuimos uniendo más. Tenemos una misión constante de tratar de que la gente no se olvide de Malvinas. Es lo menos que podemos hacer por los 649 que dejaron su vida allá, se lo merecen (y los que murieron después). Al principio el silencio, pero luego de los veinte o veinticinco años, las asociaciones de veteranos empezaron a organizarse más, a hacer monumentos, visitar escuelas y contar nuestras historias. En ese homenaje también conocí a mi actual mujer, así que quizás ahí también haya algún condicionamiento (risas, su mujer Silvina se sumó con nosotros a la mitad de la entrevista). ¿Volviste alguna vez a Malvinas? No, pero pienso viajar pronto. * versión completa en nuestra web: www.andendigital.com.ar


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descolonialidad

un problema a resolver santiago sánchez / gel /

santisanchez@live.com.ar

una vez superado el colonialismo, la colonialidad sigue operando en los países dominados. para lograr una verdadera liberación es necesario recorrer los condicionamientos que nos afectan y generar nuevos lugares de enunciación, que se apoyen en las problemáticas estrictamente suramericanas

D

esde hace más de una década, en América Latina se abrió una brecha intelectual respecto a la ideología dominante del neoliberalismo. Vieron la luz nuevos aportes desde distintos puntos del subcontinente, mientras algunos pensadores latinoamericanos radicados en Europa y Estados Unidos producían en sintonía con sus pares de la región. Una de esas nuevas contribuciones la constituyó, sin lugar a dudas, el programa Modernidad/Colonialidad/Descolonialidad (de aquí en adelante: descolonialidad). Dentro de esta propuesta, la originalidad y la novedad se constituyen como elementos que no niegan los aportes más importantes del pensamiento crítico latinoamericano, sino, al contrario, intentan recuperarlo y actualizarlo. En tal sentido, la preocupación principal que atraviesa a todos los pensadores y da una cierta unidad a la red, lo constituye el problema del eurocentrismo, ya sea a nivel económico-político o cultural-epistémico. Por ello, tanto la teoría de la dependencia, como la filosofía de la liberación o el pensamiento nacional, todos ellos con sus particularidades, constituyen fuentes en donde abrevar para encontrar respuestas a los interrogantes y problemas de América Latina. En primer lugar, de la teoría de la dependencia los descoloniales reinscribieron la temprana crítica al desarrollismo y al propio concepto de “desarrollo”, realizada durante la década de los ’60. En momentos en donde las potencias hegemónicas imponían una idea universal y unívoca de lo que significaba ser un país “desarrollado”, e instaban a la aplicación de diferentes recetas pre-establecidas para lograr ese estadio perfecto, los dependentistas reabrieron las nociones de “centro-periferia” y “dependencia” que algunos pensadores nacionales ya habían acuñado unos

años antes, para describir las desigualdades del sistema mundial. De este modo, observaron que desde el centro se negaba la validez de cualquier programa económico alternativo atento a las peculiaridades regionales (es decir, la posibilidad de crear una noción vernácula de “desarrollo”, de recorrido y destino propios). En caso de haberlo, se lo consideraba una consecuencia del “atraso”. Mientras tanto, los países centrales propiciaban mecanismos de dependencia que mantenían a los periféricos en situación de subordinación, o sencillamente perpetuaban su dominación colonial, tal como sucedió hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX para el continente africano, y hasta nuestros días en el caso de las Islas Malvinas y del Atlántico Sur. . En segundo lugar, esta crítica a la idea de desarrollo en un sentido económico, posibilitó que también a nivel cultural se cuestionara la validez de los “universales” impuestos y la visión unilineal del tiempo. Aquí surge, entonces, una “filosofía de la liberación” latinoamericana, en la cual también se inspirarán los descoloniales. La idea de países “avanzados” por un lado y “atrasados” por el otro, justificaba la postulación imperial de un “tiempo único”, en donde el presente era Europa y Estados Unidos, y América Latina ape-

estaba configurada solamente en los términos de un mecanismo económico, sino también en el ámbito del conocimiento, del saber y del ser. Por lo cual, la tareas en pos de la liberación debían ir más allá de las inicialmente planteadas por los economistas. Aquí también caben, entonces, los aportes del pensamiento nacional, atento a la necesidad de desagregar las falsas dicotomías del paradigma de pensamiento eurocéntrico, cuya tradición más preclara se encontraba en la disposición sarmientina del problema de la civilización y la barbarie. De manera que el rescate de las tradiciones populares y locales de resistencia a los proyectos oligárquicos fue uno de los trabajos más importantes de los pensadores de tradición nacional. La lógica de “civilización” (Europa) versus “barbarie” (América Latina) encerraba entonces una operación de desvalorización de la historia y el pensamiento propios, y conducía inevitablemente a la necesidad de seguir los mandatos imperiales de las potencias centrales. Ante esta lógica reduccionista, el problema de América Latina podía pensarse de otro modo sosteniendo que la alternativa era entre lo nacional y lo colonial. Inspirándose en esas importantes vertientes del pensamiento latinoamericano,

¿qué pasa cuando pensamos en la américa latina? ¿debe esta región descartar sin más la categoría de estado-nación para pensar en un proyecto de liberación sólo porque esta ha sido un producto de la modernidad?

nas el pasado. De acuerdo a la filosofía de la liberación, la dominación ejercida desde el centro, la dependencia, ya no

la descolonialidad propone prestar atención a ciertos conceptos que permitan analizar los problemas más acuciantes de

la actualidad y las probables vías para resolverlos. En este sentido, un primer aspecto importante es la formulación del concepto de “colonialidad” como la contracara de la pretendida “modernidad” de los países centrales. Así, se intenta dar cuenta de la existencia, aún hoy, de una matriz de poder mundial que funciona con parámetros coloniales, aún en pleno siglo XXI, y que atraviesa diferentes ámbitos de existencia social, a nivel económico, político, cultural, etc. La noción de “colonialidad” excede conceptualmente la idea de colonialismo, ya que pretende captar no solamente el fenómeno de control y dominación política directos de las colonias por parte de las potencias europeas, sino la existencia de una estructura que perpetúa la situación de dominación una vez que la relación colonial formal ha desaparecido. Por otra parte, la idea de “diferencia colonial” remite, al mismo tiempo, a los mecanismos epistémicos que, sobre la base de criterios colonizadores, racistas, clasistas y de género, tienden a clasificar peyorativamente a los diferentes países, poblaciones, culturas. La diferencia colonial resulta el lugar concreto en donde la colonialidad opera, en donde aplica, en donde deja sus efectos: la interiorización de un imaginario eurocentrado, en donde algunos valen más y otros menos y en donde la violencia de los civilizadores está justificada por la culpabilidad del bárbaro. Lo cierto es que buena parte del pensamiento político de la descolonialidad ha estado y está en diálogo con otras filosofías críticas de la modernidad. Nos referimos, específicamente, a muchos de los pensadores posmodernos occidentales, y algunos de los llamados “poscoloniales”. En este sentido, los riesgos de asumir buena parte de las críticas posmodernas como propias estriban en la posibilidad de una nueva importación de matrices culturales colonizadoras,


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descolonialidad

aceptando una moda intelectual o simplemente un arsenal teórico que en el mejor de los casos fue pensado para otras realidades y desde otros lugares epistemológicos. Así, haciendo demasiado énfasis en una idea global y difusa de “colonialidad” existe siempre el peligro de pensar en un imperio mundial que no reside en ningún lado, es imaginario. O sea, de no prestar suficiente atención al “lugar de enunciación”, es decir, al lugar concreto desde el que se elabora el pensamiento, que no debe pasar por neutral y universal, en tanto posee objetivos, medios y fines particulares, y que, en otras palabras, tiene sus condiciones específicas de producción. Un ejemplo concreto puede proponerse en torno al concepto de “estado-nación”, ya absolutamente deslegitimado desde las filosofías posmodernas, caracterizado como proyecto elitista y artificial de la burguesía occidental. Sin embargo, ¿qué pasa cuando pensamos en la América Latina? ¿Debe esta región descartar sin más la categoría de estado-nación para pensar en un proyecto de liberación sólo porque esta ha sido un producto de la modernidad? El romanticismo pasa por ser un mal del ideario nacionalista, pero, claro, siempre siguiendo los cánones del pensamiento europeo. En cambio, si reubicamos nuestro propio lugar de producción de conocimiento en el centro de nuestro pensamiento, explicitando el particular locus enuntiationis sudamericano desde el cual estamos elaborando un análisis, podremos reconocer que los estados-nacionales, con ser un artefacto de la modernidad occidental no dejan de ser susceptibles de reapropiación e instrumentalización en pos de un proyecto de liberación latinoamericano. Esto, a su vez, mantiene una estrecha relación con otro problema: el escepticismo radical respecto al concepto de “pueblo”, cuya formulación más evidente ha

sido la de que los subalternos no podían realmente “hablar”, y por lo tanto, desarrollar un proyecto político autónomo respecto a las clases dominantes. Distinción analítica de claros atractivos, pero que como Medusa, reduce a una humanidad de piedra a todo proceso emancipador

Bolívar, e incluso, más adelante, los movimientos de los pueblos del Interior de las Provincias Unidas del Río de la Plata que se encontraban detrás de los diferentes caudillos. La negación de una determinada idea de “pueblo”, “sectores populares” o incluso el tamiz popular de la idea de

el problema, entonces, radica en la posibilidad de terminar reproduciendo los lugares comunes de un pensamiento new-

age, avalando en realidad una política extremadamente conservadora, que niegue la necesaria y factible capacidad de articulación y reunión de numerosas demandas provenientes del heterogéneo campo de los sectores populares en un proyecto mancomunado

habido sobre territorio americano. Al denunciar el carácter monista de la definición moderna de “nación” y de “pueblo”, algunos intelectuales del Tercer Mundo se apresuraron a tirar el niño junto con la ropa sucia, sin pensar en la capacidad constructiva e inclusiva con que esa categoría fue utilizada en diferentes momentos de la historia. Ciertamente, esto no sirve como panegírico de un uso elitista de la idea de “nación” o “pueblo”. Por el contrario, exige un contraste histórico entre las categorías analíticas y su capacidad para comprender movimientos emancipadores tales como el de la negada revolución de los negros haitianos (la primera independencia latinoamericana), la revolución de Tupac Amaru y Tupac Catari en el Alto Perú a fines del siglo XVIII (cuyos estertores pudo incluso apreciar Castelli en su campaña altoperuana de la independencia), el ideario americano de San Martín y

“nación”, bajo la cual pueden coexistir realidades heterogéneas, estuvo signada por la paralela sospecha y negación de toda operación de carácter “identitario” que ofreciera una posibilidad de ampliar el rango de lo “nacional”, actitudes típicas del estado de la cultura europea del siglo XX. Sin embargo, la reinvención de identidades menores, en donde la propuesta política de liberación estuviera atomizada y reducida al conflicto por el mero reconocimiento (en la desigualdad) estuvo a la orden del día durante el período de auge neoliberal en América Latina. El problema, entonces, radica en la posibilidad de terminar reproduciendo los lugares comunes de un pensamiento newage, avalando en realidad una política extremadamente conservadora, que niegue la necesaria y factible capacidad de articulación y reunión de numerosas demandas provenientes del heterogéneo campo de los sectores populares en un

proyecto mancomunado. En todos estos aspectos, y en muchos más, la descolonialidad puede llegar a encomendar su perspectiva sobre la cuestión nacional a otras corrientes de pensamiento contemporáneo, descuidando -por otra parte importante- su pronunciación respecto a la geopolítica del conocimiento. Pensando desde un país del tercer mundo, de la periferia, sometido al colonialismo, como Argentina, ¿puede ser justo o legítimo para el proyecto de liberación un reclamo enmarcado en la problemática tradicional del estado-nacional? ¿Puede el problema de la colonialidad, inherente también a la historia del estado argentino, borrar el hecho colonial de usurpación? ¿O acaso es lo mismo cualquier estado, centro o periferia, desarrollados o atrasados, civilizados y bárbaros? ¿En la demanda por la restitución de un determinado territorio, cuyo retorno al estado significaría la posibilidad de un aumento de los recursos disponibles, y por tanto, del bienestar la población, no se encuentra ya en marcha la posibilidad de una confluencia política que siente las bases para un proyecto de inclusión de todos y todas? ¿En la posibilidad de considerar la presencia inglesa en el Atlántico Sur una amenaza para toda la región Sudamericana no está operando ya una articulación de proyectos de los diferentes países de esa región, que desafía los preconceptos eurocéntricos de los países centrales respecto a los periféricos? Minando nuestra confianza en que así es, estamos, de otra parte, también negando la confianza en la posibilidad del “estado”, en la posibilidad del “pueblo”, y en la posibilidad de los proyectos políticos como los de Bolivia, Ecuador, Venezuela, e incluso de una “Patria Grande”, sin dudas todos ellos construidos sobre esas categorías, como piso, seguramente, pero nunca como techo.


12 opinión

que matan césar maffei /

gabycesar2010@yahoo.com.ar

sin el ánimo de meter a todos en la misma bolsa, reconociendo que hay distintas situaciones y diferentes incoherencias, comentaré una línea histórica. la actualidad, 1982, 1886 o en cualquier año. conductas individualistas que perjudican a los demás. en el sálvese quien pueda, aunque parezca lo contrario, no se salva nadie. quien quiera entender que entienda

2012 El Gobierno, a través de la AFIP, toma nuevas medidas orientadas a evitar la compra de moneda extranjera. Una parte de la población vuelve a ponerse cada vez más nerviosa. Son los mismos que, en el 2002, compraron dólares a cuatro pesos y medio para proteger sus ahorros, porque creyeron que, ese fin de año, la escalada iba a llegar a los diez pesos. Pero no se cumplió el pronóstico de sus profetas económicos. Ocurrió que, luego de ir bajando hasta los tres pesos, empezó subir muy lentamente hasta, a recién diez años después, llegar al mismo valor nominal al que lo compraron. Se jactaban de guardar sus billetes “en el colchón”. Hoy también lo hacen. Antes, porque su confianza en los bancos se esfumó. Ahora, no creen en un estado que, según ellos, todo lo hace para despojarlos de sus pertenencias y libertades. Son los mismos que antes sí confiaron en el sistema financiero, al dejar en manos de las AFJP sus futuras jubilaciones. Los recuerdo hacerse los vivos frente a quienes preferían continuar aportando al sistema solidario de reparto. Una cantidad de ellos, nada despreciable por su número, votaron en el 2011 por Duhalde, aquel que como presidente provisional siguió las órdenes del Fondo Monetario Internacional en la derogación de la ley de subversión económica, para dar impunidad a los banqueros. Pero ellos, seguramente, no sabían qué temas se debatían en el Congreso. Tal vez llegaron a enterarse que durante la sesión de la Cámara de Diputados en que se trataba otro mandato de los Organismos internacionales del orden económico, la modificación de la ley de quiebras, la legisladora Alicia Castro, actualmente embajadora ante el Reino Unido, se dirigió hacia el estrado del presidente de la Cámara, Eduardo Camaño, y

colocó una bandera de Estados Unidos diciendo: “Si el Congreso se va a limitar a ser la escribanía del Fondo Monetario Internacional, sugiero que los responsables sean honestos y arríen la Bandera Nacional y procedan a seguir legislando bajo esta bandera”. Esto provocó reacciones agresivas de parte de varios pejotistas, sobresaliendo en los insultos la entonces diputada Mónica Arnaldi, esposa del intendente de Merlo, Raúl Othacehé. Es común escuchar que muchos políticos se salvan, a la hora de las elecciones o de la búsqueda de salvadores, por la falta de memoria que tiene mucha gente. Pero no puede haber memoria si ni siquiera hay intención de registrar algo. Solo así puede entenderse, por ejemplo, que quienes festejaron la venta de YPF en los noventa, ahora sean aplaudidos, como a líderes de una revolución, por estatizar parte de la misma empresa. Pero volvamos a los asustadizos compradores de dólares, los conozco, dan lástima. Son los típicos que dicen “este país de mierda”. No hacen falta más precisiones. Hace tiempo que sus histerias provocan mayores desgracias. Reaccionan según lo que pasa con su quintita, pero suelen equivocarse hasta en cómo defenderla. Ellos llaman al verdugo que, después, nos tortura a todos. Tengan cuidado, Señores. Las sensaciones no suelen ser buenas consejeras.

lo que nos lleva a

1982

Uno de los problemas más graves para entender lo que ocurre, es la insistencia en ver la actualidad en partes desconectadas entre sí, separadas también del pasado. Tampoco en aquellos días tan trágicos dejó de haber un sector de la población que se manejaba interesándose sólo por ellos mismos, como siempre ocurre.

Tomemos sólo algunos datos de ese período, hace treinta años. Cuando Galtieri, con el “OK” de EEUU, llegó a la presidencia reemplazando a Viola en diciembre del ‘81, su candidato a ministro de economía fue Kriegger Vasena. Antecedentes: ministro de Hacienda de Aramburu y de economía de Onganía. ¿Qué hizo Vasena como responsable de la cartera de economía en los 60? Devaluación fuerte, “palos” a los trabajadores con el congelamiento de los salarios por dos años, la suspensión de los convenios colectivos de trabajo y la ley de alquileres que facilitaba los desalojos. Además la ley de hidrocarburos volviendo a dar participación al capital privado. Todo esto con la bienvenida de parte de Vandor y compañía. No así de los sindicalistas combativos, como Tosco y Ongaro, que formaron la CGT de los argentinos y forjaron el Cordobazo, verdaderos hitos de la lucha de los trabajadores. Pero Vasena no aceptó el ofrecimiento en el ‘81. El que sí aceptó fue Roberto Alemann. Otro que también fue parte del establishment de casi siempre durante largas etapas. Sus antecedentes públicos: trabajó para el gobierno de Aramburu gestionando préstamos internacionales, fue embajador en EEUU durante el gobierno de Guido y suplantó a Alsogaray como ministro de economía durante el de Frondizi. Un monetarista, también dotado de excelentes vínculos con EEUU, que siguió la línea desreguladora, privatizadora, de medidas anti-inflacionarias ortodoxas: recorte de gasto público, congelamiento de salarios e incremento de impuestos; todo para así lograr reducir la emisión de moneda hasta llevarla a cero. Recordemos su proyecto de privatizar el subsuelo, proponiendo que la propiedad perteneciede la superficie. ra a los tenedores Alguien se acordará de la película Los Beverly Ricos, trasládenlo a lo que podría pasar en nuestro país con algo así.

Las medidas económicas tomadas por el gobierno en aquellos días de Malvinas: cierre de casas de cambio, prohibición de vender divisas extranjeras excepto para viajeros, dentro de las 24 horas anteriores a la partida. Es que ya el 6 de abril el dólar aumentaba un 20% y el retiro de depósitos en los bancos crecía. El “público” realizaba retiros masivos de fondos del sistema financiero. Por eso se aumentaron los controles y las tasas de interés para los depósitos (para retenerlos) pero con la lógica consecuencia de encarecer el crédito interno. En los días siguientes, la esperanza de mucha gente estaba en las tratativas de Alexander Haig, secretario de estado de EEUU, quien llegó por primera vez a iniciar la mediación el 9 de abril. Entonces, de haber un conflicto con el Chase Manhattan (hoy JP Morgan Chase), podía venir a mediar David Rockefeller, el amiguito de los dictadores cívico militares. ¿Qué importaba que fuera el “gerente del banco”? También estas ridículas suposiciones de éxito en la mediación, sirvieron como parte de los argumentos de Roberto Alemann para explicar por qué si el Banco Nación sufrió en Londres el bloqueo de fondos, aquí no se tomaron medidas con el Banco de Londres y también por qué retrasó otras medidas proteccionistas. Con todo lo tremendo que significa una guerra, donde sin duda lo más grave es la muerte, la locura, los cuerpos lisiados, me choca estar hablando de estos temas económicos, pero eran parte de lo que ocurría. Y casi siempre la guerra tiene intereses económicos disfrazados de valores espirituales. Y siempre existe la pobreza planificada, provocando más muerte aun que las armas. Luego, vendrían la rendición, renuncia, Bignone como presidente, Dagnino Pastore en economía y Cavallo en el Banco Central. Es importante destacar el endeuda-


13 cine

miento planificado de muchas empresas del Estado. Por ejemplo YPF -empresa fundada por sugerencia del general Mosconi durante el primer mandato de Yrigoyen, aunque asumió la primera presidencia de YPF días después de jurar Alvear como presidente- no tuvo por parte del “proceso de reorganización nacional” el cuidado que merecía. Eran otros civiles y otros generales. Hasta le hicieron cambiar su logo, agregando un rectángulo naranja, porque las petroleras extranjeras decían que no podían competir con una compañía que tuviera los colores de la bandera argentina. Durante el proceso, la deuda externa de YPF pasó de 372 millones de dólares a casi 6000 millones al finalizar. Sólo en 1982 el endeudamiento aumentó 760 millones. (1) Esta deuda no fue para realizar inversión, sino para obtener los dólares necesarios para pagar la fiesta de los especuladores y de los viajes al exterior con las compras del “deme dos”. Desde pequeños ahorristas hasta los poseedores de grandes capitales, que vía empresas privadas e incluso mintiendo sus deudas (incrementándolas, poniendo por deuda valores ya pagados) obtuvieron a través de las medidas tomadas por las autoridades económicas, sobre todo durante el gobierno de Bignone (‘82 – ‘83), con Cavallo en el Banco Central y vía seguros de cambio, un enorme negocio al hacer que toda la población quedara con una deuda de 20.000 millones de dólares, mientra ellos quedaban con esa ganancia, generalmente depositada en bancos en el extranjero. Socialismo… al revés. Sí, estatizar las pérdidas, privatizar las ganancias, y nosotros siempre pagando. Algunos estaban comprando espejitos de colores; y otros, gritando con indignación: “¡Despierten!” Pero, no es suficiente, aún nos falta mucho… Así dejaron las bases para completar la tarea en la década de Menem, con el agrado de buena parte de la población (ahí estaban ellos también).

1886 “La mitad de la población dejaba sus ocupaciones normales para acudir a las pizarras de la Bolsa a estudiar la cotización del día. “ (2)

en cualquier año… “En determinadas épocas un montón de gente estúpida tiene un montón de estúpido dinero… A intervalos el dinero de esas personas (el capital ciego del país, como lo llamamos) es particularmente dilatado e insaciable; busca ser devorado por alguien y se produce una abundancia; encuentra a alguien y se produce una especulación; es devorado y se produce el pánico” Walter Bagehot, fundador de “The Economist” (3) Es una cuestión de ecuaciones, un término que está sumando en un miembro, solo puede pasar restando al otro miembro. Y no lo digo por ser profesor de matemática. Definitivamente queda como mensaje de cierre este consejo: Tengan cuidado, Señores. Las sensaciones no suelen ser buenas consejeras. (1) Galazzo, N. (2003). De la banca Baring al FMI. Buenos Aires. Colihue. Pág. 221. (2) Relatado por el historiador Ernesto Palacio en 1979, citado por Julio Sevares en Historia de la deuda. Sevares, J. (2005). Historia de la deuda. Buenos Aires. Capital Intelectual. Pág. 30 (3) Citado por Charles Kindleberger en Manías, pánicos y cracs, también extraído de Historia de la deuda. Sevares, J. (2005). Historia de la deuda. Buenos Aires. Capital Intelectual. Pág. 31

cine y malvinas cruces de miradas y reflexión viviana montes /

viv_nipuki@hotmail.com

un ciclo de cine debate y guerra. el eje: malvinas. los organizadores: la cátedra de análisis de películas y crítica cinematográfica de la carrera de artes, facultad de filosofía y letras, universidad de buenos aires. el lugar: auditorio david viñas del museo del libro y de la lengua. el objetivo: propiciar la diversidad de miradas e incitar al debate la uba puertas afuera En virtud de la conmemoración de los 30 años de la guerra de Malvinas la Cátedra de Análisis de Películas y Crítica Cinematográfica de la Carrera de Artes, Facultad de Filosofía y Letras (UBA), encontró una oportunidad para dar continuidad al eje de trabajo que desarrollan desde hace varios años en la materia: el cruce cine y guerra. De esta manera, en el marco de la Exposición Malvinas. Archipiélagos de la Memoria organizaron el ciclo de cine debate Guerra y Cine en el Auditorio David Viñas del Museo del Libro y de la Lengua que funciona en el ámbito de la Biblioteca Nacional desde Octubre de 2011. Bajo la dirección de Ana Amado y la coordinación de Marcela Visconti, Mariano Véliz y Fernanda Alarcón la actividad incluyó la participación de varios alumnos que se encargaron de investigar sobre las películas, presentarlas y moderar los debates posteriores a su exhibición. En este sentido, tres aspectos merecen ser destacados: La realización del ciclo en un espacio otro puertas afuera de la Facultad, lo cual diversifica la composición del público asistente. El trabajo conjunto de la Cátedra y sus alumnos: de este modo valorizan sus saberes, su trabajo y fomentan su exposición frente a un auditorio heterogéneo. La puesta en valor del debate alrededor de la imagen. Es decir, el cine en su carácter de construcción de miradas sobre determinado tema y fundamentalmente como hecho social, como punto de encuentro y como disparador de pensamiento.

las películas y la gente El ciclo duró siete encuentros y la selección de películas fue variada, se mostraron: Nuestras Islas Malvinas (Raymundo Gleyzer, 1966), Malvinas, historia de traiciones (Jorge Denti, 1983), La mirada invisible (Diego Lerman, 2010), Desobediencia debida (Victoria Reale, 2010), Guarisove, los olvidados (Bruno Stagnaro, 1995), The last post (Dominic Santana, 2001), Vamos ganando (Ramiro Longo, 2000), La Historia de los otros/Resurrected (Paul Greengrass, 1989), Estamos ganando. Periodismo y censura en la guerra de Malvinas (María Elena Ciganda y Roberto Persano, 2005), y El héroe del Monte Dos Hermanas (Rodrigo Vila, 2009). Otros puntos destacables: La diversidad de miradas y enfoques –algunos muy controversiales- sobre el conflicto bélico incluyendo directores de ambas latitudes. El tratamiento de las distintas temporalidades que atraviesan una guerra: lo que la antecede, lo que sucede mientras la guerra dura y las secuelas que deja, los traumas (tanto en los combatientes como en la sociedad) y la construcción histórica que el transcurrir del tiempo permite. El rescate del valor social del cine en tiempos de consumo domiciliario y solitario de películas. Hay que resaltar que no se trató solamente de un ciclo de cine, sino de cine debate en el que confluyeron distintas realidades, saberes variados y generaciones que la guerra atravesó de maneras diferentes. Es justamente allí donde se hace notoria la necesidad de apertura de los ámbitos académicos. Es preciso, entonces, tomar contacto con ese mundo real que transcurre fuera de las universidades. No se trata de trasladar conocimientos teóricos, sino de enriquecerse con otras miradas a través del intercambio de experiencias, en la riqueza del encuentro social que permite que emerjan la discusión y la reflexión en torno a cierto objeto y a determinada temática. En definitiva, un espacio de encuentros múltiples donde hablar nos permite reconstruir nuestro pasado, reflexionar sobre nuestros traumas históricos y presentes, al tiempo que construimos memoria para aquellos que dieron su vida por un territorio que nos corresponde (ya sea muriendo en las islas, suicidándose por no poder soportar el recuerdo del horror o la desidia al regreso, o sobreviviendo, con toda la carga que ello implica). Además, en el encuentro con el Otro, inmersos en ese inmenso campo de disputa que es la cultura y a través del diálogo abierto construimos nuestro presente, por ende un futuro deseable.


14 cultura

soy

soriano

a sus plantas rendido un león y la guerra de malvinas

a sus plantas rendido un león es una novela de osvaldo soriano publicada en 1986. relata las aventuras de un cónsul argentino en bongwutsi, un país imaginario situado en áfrica, en el contexto de la guerra de malvinas. a continuación, algunas reflexiones sobre una novela digna de mención

Yael N. Tejero Yosovitch yael.tejero@gmail.com

E

l sábado 24 de Marzo de 2012, Clarín publicó un número especial de la revista Ñ dedicado a la guerra. Este se tituló “La guerra sin fin” e incluyó entrevistas, reflexiones, testimonios y miradas sobre distintos conflictos bélicos. Allí, Carlos Godoy publicó “Las letras de la tragedia”, nota en la que abordó la Guerra de Malvinas desde la literatura. Fogwill, Pron, Gamerro y otros autores encontraron una mención a sus obras. Por razones que desconozco, la novela de Soriano fue excluida del recorrido. ¿La guerra de Malvinas es un trasfondo subsidiario su esa obra? Indaguemos un poco. La novela narra la historia de Faustino Bertoldi, cónsul argentino en Bongwutsi, un país imaginario situado en medio de África. Originalmente Bertoldi era encargado del área de turismo. Pero el cónsul hace abandono de cargo y Bertoldi, imposibilitado de toda comunicación con su país, redacta su propio nombramiento como vicario. Tras la muerte de su mujer, entabla una relación secreta con Daisy, la esposa del embajador británico, una ex fan de los Beatles oriunda de Liverpool y lectora de Borges. Solo en un precario y aislado país africano, Bertoldi intenta pedir la repatriación pero no logra comunicarse con el Ministerio de Relaciones Exteriores. Cuando se desata la Guerra de Malvinas, Faustino recibe un comunicado de la embajada inglesa en donde se le informa que el Reino Unido se dispone a defender por todos los medios lo que le pertenece por derecho legítimo. Se establece para él una zona de exclusión. El cónsul festeja con ímpetu la recuperación de las Malvinas ante el emperador, un mandatario impuesto por los ingleses, que lo increpa: “Son hijos de ingleses, hablan como ingleses, viven como ingleses, ¿qué demonios busca un argentino ahí?”, y añade: “Si ustedes siguen en esa condenada isla, voy a tener que mandar un batallón y bien sabe Dios que mi gente no ha visto nunca el mar”. Bertoldi festeja con un grupo de nativos y junto a ellos corea el Himno Nacional Argentino mientras se emborrachan. Al mismo tiempo, en las calles de Zurich, un argentino exiliado llamado Lauri recibe una triste noticia: su petición de asilo político en Suiza había sido rechazada. Al parecer, su testimonio probaba que en Argentina no existía persecución política tal como él declaraba. Accidentalmente, conoce a Michel Quomo, quien se autodenomina Comandante Fundador del Primer Estado Marxista Leninista de África. Dice construir buenas historias para que los exiliados logren asilo político. Incluye peripecias inverosímiles de guerrilleros, prisioneros, mercenarios o agentes secretos envueltos en guerras de liberación tercermundista, campos de trabajos forzados, luchas en el Frente Polisario, etc. A cambio de estas historias, Quomo afianza los vínculos con aquellos que pueden apoyar la revolución que planea en Bongwutsi. Según Patik, un ruso que perdigue a Quomo en el hotel de Zurich, éste ya había producido una revolución y se había convertido en un tirano. Pero una serie de torpezas lo llevaron al fracaso e ingleses, norteamericanos y rusos se pusieron de acuerdo para fusilarlo. El revolucionario, histriónico, comenzó a cantar la Internacional y a vociferar “Viva el socialismo”. Contra alguien que narraba gestas populares nadie podía disparar, so pena de convertirlo en un verdadero mártir. Así, logró evadir la muerte y continuó su peripecia para seguir planeando una nueva revolución. Patik le advierte a Lauri que la única salida para que Argentina gane la guerra es distraer a los británicos en África. De este modo, éstos se verán obligados a dividir la flota entre las Falkland y Bongwutsi. Mientras tanto, en África, entra en escena Theodore O’connell, un irlandés que Bertoldi supone de la IRA. Este dice haber volado tres embajadas norteamericanas en Europa y pide asilo al cónsul. Le propone a Faustino una alianza para defenderse del imperialismo inglés. Este, que ve en el plan de O’connell una vía de escape, lo ayuda. De esta manera, se entreteje una aventura con la impronta de una sátira ideológica en donde dos argentinos en exilio involuntario pelean por sus causas. La guerra de Malvinas no es un pretexto ni un trasfondo. Es un elemento clave para construir una ficción que dé cuenta de Malvinas como enclave imperialista. El imperio, así, se vuelve omnipresente, pero sus estrategias de dominación no son las mismas en cada enclave. Bongwutsi es dominada por el imperio a través de la intervención: el emperador es una marioneta de los ingleses que teme que su gente, que nunca vio el mar, deba ir a pelear en el Atlántico Sur. En cambio, Malvinas pertenece al imperio como colonia de ultramar. En África se monta una suerte de guerra fría. Pero Bongwutsi no es sólo un país tercermundista. Es también el reverso de las Malvinas: el prime-

ro carece de salida al mar, las islas se definen por estar sobre el mar. Lauri y Bertoldi se ven envueltos en una contienda libertadora. El primero, por ideología. El segundo, para regresar a casa. En él, la identidad nacional se materializa en costumbrismo, símbolos e ideales sanmartiniano: la escarapela, el mapa colgado en la pared, la imagen de Gardel, el “Aurora” en el tocadiscos, San Martín como modelo de acción y hasta un nombre sarmientino: Faustino. Por otro lado, Burnett, el embajador de Gran Bretaña, representa el imperio no sólo por su cargo sino también porque había sido escolta del gobernador de las Falkland cuando era joven. A su vez, Bertoldi entabla con Burnett su propia guerra por Daisy. Para Bertoldi, el conflicto en Malvinas es un problema de soberanía nacional. Para el imperio, es la mantención de un orden de mundo. Para los revolucionarios, una coyuntura que permite el advenimiento de la liberación de otros países colonizados por Gran Bretaña. Para el establishment del país colonizado, el peligro de que la militarización del Atlántico Sur los convierta en mercenarios. A nadie deja de envolver el conflicto. Las acciones apoteósicas y la solemnidad del tramado épico de algunas escenas se ven dinamitadas por las resoluciones más desopilantes. Como consecuencia, cualquier posición política a propósito de la Guerra de Malvinas se torna opaca y polémica. Soriano logra poner en primer plano el conflicto bélico sin representarlo directamente y sin sentirse en deuda con el testimonio porque este es un género totalmente ajeno a la novela. La reconstrucción de la escena política internacional previa a la caída del Muro de Berlín es llevada al paroxismo de la caricatura a través de la parodia de la novela de espionaje. Las historias de casi todos los personajes oscilan entre la seriedad y el disparate. Sus derroteros los envuelven en dictaduras militares, exilios, revoluciones, conflictos y alianzas entre los dos bloques, genocidios, guerras de liberación tercermundista, las Guerras Mundiales, la Guerra Fría, los despotismos políticos aún vigentes, la guerrilla, etc. Todos los fenómenos y las catástrofes del siglo XX encuentran lugar en esta novela que, pese a su insolente pero entrañable humor, logra cierta coherencia con su propio verosímil.1 Soriano incluso se atreve a construir ale-

gorías políticas como recurrir a gorilas para llevar a cabo la revolución; alegorías cuyos significados entran en disputa en el horizonte político de la Argentina. A pesar de la complejidad de la trama y de una mirada cómica que salpica todas las posiciones políticas, Soriano nos dice algo a través de esta novela. Sin lugar a dudas, sostiene una defensa de la soberanía y lo hace desde el título. “A sus plantas rendido un león” es uno de los tantos versos del Himno Nacional Argentino exiliado de los actos protocolares por decisión de Julio Argentino Roca, un genocida de nuestra historia. Al parecer, que el león ibérico se rinda ante la nueva nación no era un mensaje de paz para con España. Sin embargo, Soriano resignifica el verso: el “León” es el imperio, omnipresente en el orden mundial y en la ficción. Y lo rescata del olvido al que lo confinó una decisión política basada en una visión de la identidad nacional con la que contiende la novela. “La guerra no es simplemente una acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios.” Así dice von Clawsewitz en De la guerra.2 Muchos

teóricos han comentado la inversión de la tesis: la política es la continuación de la guerra por otros medios. Soriano, a su manera, lo comprendió. En la presente coyuntura, en la que se pretende el diálogo por vía diplomática, esta novela parece decirnos algo. Cabría decir, entonces, que la literatura o la ficción son la continuación de la política por otros medios: en la realidad contrafáctica y la escritura lúdica puede haber más incisión política que en el testimonio. Soriano tuvo la insolencia de hablar de la tragedia con humor desde su propia posición de exiliado. Y por eso, entre otras razones, no lo olvidamos. Su localización temporal entraña el peligro de convertirla en anacrónica y de difícil abordaje didáctico en el ámbito escolar. Esta dificultad tiene dos razones: la necesidad de reponer la compleja historia del siglo XX y el gesto, políticamente incorrecto, de burlarse de la epicidad con la que el relato escolar envuelve el acontecimiento de Malvinas. Ambas dificultades son desafíos que vale la pena afrontar. 2 von Clausewitz, Karl. De la guerra. Agebe, Buenos Aires, 2005. 1


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cinco discos cinco

/ para calcar en el mapa dos islas perdidas Las Falkland no son dos islas ubicadas geográficamente en el ano congelado del mundo. Las Malvinas no son dos parcelas a todo color que se calcan de un mapa en Abril para que la maestra de turno nos ponga un “muy bien diez felicitado”. Que Malvinas fuera una guerra repleta de muertos es, en todo caso, un hecho anecdótico. Malvinas es una herida narcisista en una sociedad cuya única dignidad bélica terminó en 1816, cuando las oligarquías patrias decidieron que los opresores, ahora, serían ellos. Malvinas no tiene héroes. Malvinas no tiene gloria. Tiene víctimas y culpables. Muertos y amputados. Olvidados, usados. Abusados y suicidados. No es la culpa de un militar borracho. Es la culpa de todos y cada uno de los que salieron a vitorear su recuperación, de todos y cada uno de los que pusieron su dinero y sus cobijas y sus alhajas, porque pensaron que los mismos que secuestraban y torturaban serían gentiles con sus subordinados. Esos dos montículos de tierra yerma que se escapan del mar son el fusible chauvinista de todo oportunismo que no atina a tener una idea clara y distinta de lo que es una política exterior. El juguete rabioso de taradúpidos como Nicanor Costa Méndez, Guido Di tella y Héctor Tímermann y toda esa caterva de señoritos políticamente correctos que aún asocian tierra con identidad en una propagandita filmada a escondidas. Porque le guste a quien le guste, Malvinas no es sólo de Argentina sino que también es de sus habitantes, sea cual fuere el proceso histórico que allí los llevó: porque en esa tierra se pudren sus muertos y los nuestros. Por eso 5 discos 5, absurdos, que hacen, sufrir, como la guerra, como el nacionalismo de ocasión que corea la hinchada del futbol para todos.

gustavo zanella

/ locardeux@hotmail.com

Señales –2006- Callejeros. Es imposible escuchar este disco sin pensar en la tragedia de Cromagnon. Muerte, injusticia, la trama de omisiones propias y ajenas que llevaron a un montón de seres humanos a la muerte. Con ese telón de fondo, callejeros publicó un disco criticado, política y artísticamente pero en el cual el sufrimiento es juez y parte de todas las líneas. ¿Cuán honesto puede ser un producto sospechado de desviar la atención del proceso penal y de cristalizar en él lo más equívoco del llamado rock barrial? No es lo importante. Las intensiones de sus autores son irrelevantes cuando entendemos que, por más primitivo y poco elaborado que haya sido su sonido, las letras de Pato Fontanet siempre funcionaron como crónicas de un mundo atravesado por las voces de los que lloran una ausencia. Un disco trágico como los hechos que lo inspiraron, de hecho, un disco de sobrevivientes.

El salmón –2000- Andrés Calamaro. Si una persona se encierra en una habitación durante casi un año a consumir cocaína y componer canciones puede decirse sin temor a equivocarse que ha ido a la guerra. El resultado fue una producción ubicada sobre la delgada línea que separa la genialidad de la más onda estupidez. 101 canciones sin producción, vomitadas sobre un grabador. A veces preciosas y a veces nauseabundas, la urgencia con la que fueron creadas y con la que fueron expuesta atenta contra la forma tradicional de escucha. ¿Cómo abordamos 5 discos, cada uno diferente pero que a la larga suena igual de desesperado? ¿Por qué se evitó deliberadamente que un productor eligiera y puliera un material que así como está, sólo es atractivo para especialistas? Sólo la cocaína tiene la respuesta. Calamaro fue a pelear una guerra contra sus propios demonios. Afortunadamente sobrevivió. Sus crónicas son estas canciones.

Primer amor –1994- Nicole Newmann. La pregunta no es qué podemos decir en contra de esta curiosidad, sino qué podemos decir a su favor: La respuesta es nada. Antes de ser una modelo top consagrada Nicole fue una Lolita que a los 14 años levantó polémica por aparecer en paños menores en cualquier revista. En el tope de esa discusión una discográfica algo pasada de anfetas puso a su disposición a grandes cesionistas y productores para intentar lanzar a la modelo como cantante. El resultado fue, verdaderamente, más que penoso. Si bien tuvo un corte que fue utilizado en una antigua serie para niños, Amigovios, el resto fue sólo un derroche más de dinero y una sesión de tortura al escucharlo. Lo compramos por $1 todos aquellos que nos iniciábamos, por aquella época, en las artes masturbatorias.

War –1983– U2. Acaso con el tiempo U2 se haya vuelto una banda más grande que sí misma. Una maquinaria grandilocuente puesta al servicio de disparar una y otra y otra vez mensajes políticamente correctos con un sonido rock/pop para estadios. Antes de eso, cuando sólo eran una banda de irlandeses haciendo rock por el sólo hecho de hacer rock publicaron su tercer larga duración, en el que comenzaron a coqueatear con el compromiso social y la denuncia. Un disco oscuro, por momentos crudo en el que la batería de Larry Muller por momentos alcanza la épica de la new wave o del post-punk (según cómo se lo mire). Compuesto en la época de Malvinas es inevitable la pregunta sobre cuánto y de qué modo pudo ese trasfondo influenciar un trabajo que hoy día sigue sonando actual. La respuesta la tiene quien lo escuche.

Fin de un mundo enfermo -1994- A.N.I.M.A.L. El segundo disco de una de las bandas más comprometidas de la escena nacional es una demostración de trash y hardcore como no lo había habido antes en la Argentina, llevándolos a ser, incluso, pioneros en América Latina; no sólo por los aires latinos de muchos de los acompañamientos que son el contrapunto de una ejecución precisa sino por los arreglos de voces profundas y guturales. Las letras descarnadas, que describen con amargura y melancolía el mundo que los rodea, confluyen con un sonido violento que impacta de lleno como un obús lo hace sobre el campo de batalla. Un disco fundamental que expresa los trasfondos de injusticia que siempre bullen detrás de toda guerra y un conjunto de canciones que, como toda búsqueda de paz, atraviesan los meandros que van de la desesperación a la muerte.


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filosofía&política disparadores rancieranos para pensar la filosofía política contemporánea

manuel fontenla /

manuruzo28@hotmail.com

De las pocas cosas que pueden aceptarse sin mucha discusión en la actualidad, una de ellas, es la velocidad de los tiempos que corren: las transformaciones que produce la revolución tecnología constante, la globalización, los mercados transnacionales, la economía financiera a escala mundial; y en ese contexto están el vaivén de los Estados-Nación, de las democracias de los países, ya imposibles de designar como del “Primero” o “Tercer” mundo, los partidos políticos polifacéticos que se autodenominan socialistas y llevan adelante políticas conservadoras, o las sociedades conservadoras que botan gobernantes socialistas, o los partidos de derecha que continúan ganando adhesión en una época supuestamente definida por la reactualización de las izquierdas, etc. En fin, tiempos confusos cuya única constante es el cambio. En este marco, se inscribe nuestro intento de llevar adelante algunas reflexiones políticas desde las contribuciones del pensador francés Jacques Rancière. Si bien la elección de este autor no es azarosa, eso tampoco significa que en él encontramos la novedad teórica (como si tal cosa pudiese existir) que nos permita abrirnos camino en el laberinto recién descripto; por el contrario, las problemáticas tratadas por Rancière, se conectan con distintos autores, tiempos y teorías, en una continuidad histórica, que nos permitiría pensar que estos nuevos problemas, no son tan nuevos. Sobre estas conexiones con el pasado, arrancamos nuestro cuarto disparador rancierano.

E

n 1931 en Villa María, Córdoba, nació un tal José Mario Arico; biografía de café de este muchacho: militante político, escritor y editor, fue un intelectual marxista de proyección latinoamericana y una de las máximas figuras de la “nueva izquierda”. A través de sus escritos, sus traducciones y sus innumerables proyectos editoriales fue un gran difusor de la obra de Marx, de Gramsci, y del pensamiento socialista1. Entre 1976 y 1977, Arico dictó un curso de posgrado en el Colegio de México, hoy reeditado y titulado Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo. El texto, muy recomendable, sobre todo por la oralidad de un profesor muy claro, es un disparo de interrogantes al presente. Al final de cada lección se reproducen las preguntas del público y las respuestas; dos preguntas nos traen a Arico a estas reflexiones: ¿En que medida presupone la teoría marxista la participación política? ¿Es posible pensar transformaciones sin la existencia de organizaciones transformadoras? José Mario Arico

tesis#04 La democracia no es un régimen político. Es una ruptura de la lógica del arkhé, en otras palabras, la anticipación de la regla en la disposición por él. La democracia es el régimen de la política en tanto forma de relación que define a un sujeto específico.

La discusión que antecede a estas preguntas en el texto de Arico se encaminaba hacia una caracterización de los interrogantes que propone el marxismo. En este sentido, para “Marx la sociedad no es solamente un objeto del pensamiento del hombre (…) un objeto sobre el cual el hombre indaga, sino es un modo histórico específico de convivencia que está constituido por una relación peculiar en la que los hombres producen y reproducen la sociedad. Por tanto habría que encontrar en la anatomía de la sociedad la base real de constitución de la sociedad, y de reconstitución de la historia”. Pero, sostiene Arico, “este análisis de la anatomía de la sociedad (…) presupone al mismo tiempo una crítica de la ciencia que reflexiona sobre esta anatomía: la economía política”. Por este camino, el análisis nos lleva a ver de qué manera Marx proponía tanto una crítica de la economía como de la política, puesto que a través de ellas es que se debía comprender la anatomía de la sociedad. Con otros términos, pero con cierta similitud en general, Rancière nos está proponiendo lo mismo. Pero esta coincidencia es apenas inicial. Avancemos un poco más. A la primera pregunta Arico responde lo siguiente: es evidente que la teoría marxista presupone la participación política. Pero el punto, es completamente otro, la idea fundamental para Arico, es que hay un recorte de la política: la política aparece como el campo propio de las organizaciones políticas. Por el contrario, para el marxismo la política conforma el conjunto de nuestra vida y el conjunto de nuestros actos. Lo que hay en el marxismo, que “dispara al presente” y se conecta con nuestras reflexiones sobre Rancière, es una “función de la re-politización marxista” donde “lo nuevo, lo importante, lo que debe ser visto (…) es la posibilidad de concebir, de ampliar, redimensionar el campo de la política, porque la sociedad burguesa, a medida que se desarrolla como sociedad burguesa, finca en los elementos de consenso la función decisiva del mantenimiento del equilibrio de la sociedad burguesa, y el consenso se mantiene fundamentalmente en base a la división del campo de lo estrictamente económico de lo político”. Pero si el punto es no limitar la política a las organizaciones políticas, entonces, y teniendo en cuento la importancia del proletariado y el socialismo, aparece nuestra segunda pregunta: ¿Es posible pensar transformaciones sin la existencia de organizaciones transformadoras? Responde Arico: Este problema nos remite a la función de los Alain Badiou

partidos en los países socialistas. Si no se trata de lograr el desarrollo de las fuerzas productivas, o de que los hombres dejen de tener hambre y de que los hijos puedan ir a la escuela o de que podamos vivir bien en paz, o de que haya violencia; sí se trata, además de todo esto, de que deben desaparecer gobernantes y gobernados como tales, sí se trata de que debe existir una sociedad libre, de que los hombres deben autodeterminarse; entonces, en la medida en que existan gobernantes y gobernados el socialismo sigue siendo una aspiración y no una realidad. Y mas importante todavía: “La distinción entre gobernantes y gobernados significa la distinción entre economía, sociedad, política, vale decir los mismo elementos que antes consideramos como los elementos fundamentales de la reproducción de la sociedad capitalista. Entonces cuando decimos política estamos designando un campo de discusión absolutamente abierto y que debemos contribuir a que lo siga siendo”. El planteo de Arico, nos remite directamente a las cuestiones que hemos ido desandando en estas notas, una forma de entender la política, que no la restrinja a lo que comúnmente denominamos la política, es decir, partidos, gobiernos, estados, ideologías, etc. Y a su vez, un cuestionamiento de la relación política entre gobernados y gobernantes. Entonces, y recordando las notas anteriores donde hablamos del “consenso” y de la “democracia” en los términos en que aparecen en El desacuerdo, tenemos dos autores, que desde lugares aparentemente distantes, en el tiempo y en la teoría, nos devuelven un mismo problema y una misma intención; repensar la política. Este recuento por las notas y temas anteriores sirve para reafirmar y no perder de vista el horizonte mayor de estas reflexiones. Hace un mes aproximadamente visitó la Universidad Nacional de Córdoba, uno de los intelectuales mas importantes de Europa, el filosofo Alain Badiou. Al finalizar la conferencia, un oyente del público le preguntó qué opinaba de la reciente asunción de François Hollande, candidato socialista electo, a la presidencia de Francia. Acorde a sus escritos y posturas filosófico-políticas, Badiou respondió que los problemas de Europa o Francia no se iban a resolver, ni por partidos socialistas, ni por candidatos socialistas, ni, mucho menos, por transformaciones provenientes de las estructuras políticas tradicionales; sino, siguiendo su tesis central, que un acontecimiento verdaderamente disruptivo y transformador sólo podía provenir de una “política a distancia del Estado”2. Tenemos entonces, tres autores, que desde diversas temporalidades y geografías, y por diferentes caminos teóricos y políticos, proponen como esencial, para pensar los problemas globales de hoy (y ayer), un giro en la perspectiva de análisis. Una apuesta a pensar las posibilidades de transformación de una sociedad, en un marco de relaciones bastante más complejo que el propuesto a través de las relaciones Estado-sociedad civil, partidos políticos-ideologías, votantes-representantes. Salirse de estas miradas es el objetivo esencial para poder, por un lado, traer nuevas problemáticas y discusiones a la realidad que nos interpela, y por el otro, continuar desandando las tesis rancieranas, que en el próximo número tendrán como objeto, en un combo 2 x 1, a la cuarta tesis sobre “democracia” y a la quinta sobre el “Pueblo”. Resumen biográfico en Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo, J. M. Arico, ed. Fondo de Cultura Económica, Colegio de México, 2012. 2 Véase la conferencia dada por Badiou en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, del día 24 de abril del 2000. http://www.grupoacontecimiento.com.ar 1

Jacques Rancière


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