DP`12 (Documento País 2012)

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El análisis estadístico muestra que la tendencia hacia el incremento en los registros de precipitaciones se intensificó notablemente a partir de la década de 1980. Los valores promedio de las máximas precipitaciones, así como de sus frecuencias, se han incrementado gradualmente en los sucesivos periodos desde 1970, 1980 y 1990, hasta el año 2000. También se han incrementado notablemente, con mayores intensidades y frecuencias, los eventos extremos de precipitación. Las mayores tormentas registradas en los últimos 20 años de la serie exceden ampliamente los valores de las tormentas previas, particularmente aquellas registradas entre 1911 y 1970. En algunos casos, una sola tormenta superó los 300 o 400 mm en siete días. Dado que el flujo del río tiene una gran correlación con las tasas de precipitación, el análisis de la frecuencia de las máximas inundaciones anuales también muestra un incremento del 10% en el pico del caudal en la última década, en comparación con las tres décadas precedentes, y aumenta casi hasta un 25% con respecto a los valores registrados desde 1930. Morfología. La gran extensión de las áreas deprimidas es otro factor trascendente en la generación de excesos hídricos superficiales en la cuenca. La planicie deprimida dificulta el drenaje. La inundación se traslada aguas abajo como una masa única en las áreas más deprimidas de la cuenca, al alcanzar las de la desembocadura, excepcionalmente más planas que en el resto de los terrenos. Como las aguas no circulan hacia el Río de la Plata, actúan como un dique de contención e impiden el drenaje de las tierras aguas arriba, prolongando la duración y efectos de la inundación y ampliando las superficies anegadas. Las sudestadas agravan la situación al empujar las aguas del Río de la Plata sobre el litoral bonaerense y la desembocadura del Salado, impidiendo el desagüe normal. La vegetación también juega un rol, al obstruir la circulación del agua por el río y sus afluentes, o la salida desde y hacia las lagunas, facilitando la permanencia del encharcamiento. Por otro lado, al fijar los médanos apoya la existencia de un elemento de contención del relieve. Acción antrópica. Las rutas y ferrocarriles actúan como diques. Sin embargo, los ferrocarriles fueron construidos con mucho mayor respeto por las condiciones naturales, condición que se ve reflejada en que la acción es mucho

menos grave que las rutas y caminos, donde se actuó con escasas o nulas previsiones. Durante las frecuentes inundaciones que se producen en la cuenca, muchas veces se deben practicar brechas por voladura en importantes tramos de la red caminera provincial, ya sea para facilitar el desagote de campos inundados como para evitar el anegamiento de otros. Los puentes también adolecen de graves errores de construcción, ya que en general no se previeron crecientes excepcionales en su diseño. Las inundaciones de 1993/94 pusieron en jaque a todos los puentes sobre el río Salado en la Ruta Nacional 7 dentro del partido de Junín. Otro aporte humano al agravamiento de la problemática es la edificación de pueblos y ciudades que obstruyen la circulación de las aguas o alteran las condiciones naturales del escurrimiento. Cuando se practican obras de defensa en los cascos urbanos las circunstancias son más serias, porque actúan como diques de contención para los desagües urbanos y suburbanos, colaborando en su inundación. Otras obras del hombre que tienen participación activa en las inundaciones, incluso agravando o motivándolas, son los numerosos canales de desagüe. Estos fueron construidos para evacuar cuando hay excesos, pero no se tuvo en cuenta que el agua inundaría otras zonas hasta el momento libres del flagelo, o agravaría la situación de zonas afectadas, aguas abajo. Y no se trata sólo de los canales pequeños sino de obras públicas de gran envergadura. Por otra parte, al acelerar la circulación de las aguas, estos aumentan la velocidad de los procesos, dificultando el pronóstico y el accionar de los productores frente a la catástrofe. En los últimos años las mayores inundaciones en la cuenca fueron en 1985, 1991, 1993, 1998, 2001 y 2003. El caso de la Región Noroeste de la provincia de Buenos Aires y el rol del Río V Esta zona se encuentra comprendida en la región de la llanura pampeana, subunidad fisiográfica de la Pampa Arenosa. El factor predominante en la modelación del paisaje ha sido el viento, lo que resultó en alineaciones de cordones medanosos, dunas aisladas en media luna, campos de arena eólica y dunas ocupando bajos inundables. La región del noroeste nunca estuvo vinculada con las cuencas de los ríos Salado ni Quinto. La irrupción de este último tuvo un origen absolutamente antrópico.

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