DP`12 (Documento País 2012)

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termedias y no fundamentalmente, como ocurría en otros momentos, hacia los grandes núcleos urbanos, como Rosario y el Gran Buenos Aires. No sin dificultad, desde el Estado nacional junto con las autoridades provinciales se pretende instrumentar una de las principales reivindicaciones de los pueblos indígenas, como es la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan, hoy en buena parte de los casos defendidas en condiciones de precariedad jurídica. En su mayor parte, los pueblos originarios de la Argentina se encuentran entre aquellos sectores sociales más vulnerables6, con serias dificultades de acceso a los servicios esenciales de salud, vivienda, educación, como así también a los recursos tierra y trabajo. Ello no es patrimonio exclusivo de la Argentina. Es una realidad que opera en toda América latina, e inclusive en Canadá y los Estados Unidos7. Se trata de una realidad condicionada por una fuerte herencia colonial, que requiere de una decidida batalla cultural y una acción conjunta del Estado nacional y los estados provinciales, en cuanto a una profundización de políticas sociales, sanitarias, de infraestructura y educativas, en un marco de diálogo y respeto a sus específicas formas de vida. El Taller de Salud y Pueblos Indígenas promovido por el Foro de Investigación en Salud Argentino (FISA, 2008), identificó algunos de los problemas más urgentes en la situación de salud de estas comunidades. Menciona, entre otros casos, problemas vinculados con el desarrollo de enfermedades como tuberculosis y Chagas; aumento de patologías oncológicas asociadas en algunos casos a las actividades de explotación hidrocarburífera8 y al uso extensivo de agroquímicos. También se han detectado enfermedades parasitarias asociadas a la contaminación del agua y deficiente servicio cloacal; enfermedades tropicales o por desmontes (dengue, leishmaniasis, paludismo y hantavirus); como así también que en materia de salud mental y migración el desarraigo ha generado nuevas problemáticas, trastornos psicológicos y enfermedades (violencia, discriminación, drogas y alcohol, suicidio). Por otro lado, el FISA ha señalado una serie de problemas relacionados con el propio sistema de salud, como

en el caso de la atención de parto y post-parto que no respeta la cosmovisión de los pueblos indígenas; recursos técnicos, económicos y humanos escasos e inadecuados y casos de atención deficiente en los centros de salud, ya sea por discriminación en el sistema o por dificultades de comunicación por incomprensión idiomática.9 En la actualidad, existe una política tendiente a revertir esta situación, promoviendo políticas de ciudadanía hacia los miembros de los pueblos originarios, cuestión que había sido deliberadamente clausurada en la etapa neoliberal. No obstante, existe una significativa deuda histórica que al mismo tiempo implica un enorme desafío. Capacidades En materia de riesgo de desastres, numerosas comunidades indígenas que habitan en zonas proclives a sufrir amenazas naturales han desarrollado a través del tiempo un vasto conocimiento en torno a la prevención, al desarrollo de alertas tempranas, a formas de respuesta más o menos eficiente, y a cómo mitigar sus efectos. Este conocimiento está basado en la experiencia y aprendizaje que las propias comunidades han realizado en el tiempo y han trasmitido de generación en generación. Pero por otra parte, es importante tener presente que estos saberes y prácticas sociales ha sido condicionados por años de ejercicio a un sometimiento social, económico y cultural, como así también que el entorno medioambiental en el que se han desarrollado ha sufrido importantes alteraciones, fundamentalmente por la irrupción de nuevas formas de producción e intervención humana. Es por todo ello que se debe tener en cuenta que los pueblos indígenas, no obstante sus crecientes niveles de organización, están insertos en un marco de relaciones sociales desiguales con los distintos segmentos de la sociedad nacional. Y merecen, -en situaciones de contacto interétnico motivadas en el desarrollo de programas que los tengan como población destinataria- una atención especial en relación con su vulnerabilidad social, sus específicos modos de vida y sus pautas culturales. Se trata de pasar del concepto de intervención, al de participación comunitaria y diálogo intercultural.

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