Revista: EL BOTIQUÍN de la Asociacion de Farmacias de Comunidad de Puerto Rico.

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RESPONSABILIDAD SOCIAL / Carla Minet

“A la gente le gusta que la llamen por su nombre,” afirma una farmacia arraigada en su comunidad Farmacia Vallemar está localizada en Lomas Verdes, en la Z-1 Avenida Carlos J. Andaluz (Avenida Nogal), en Bayamón.

Aunque en la pequeña Farmacia Vallemar se usa Facebook, se reciben recetas electrónicas y se mantiene informados a los clientes sobre temas de salud con un boletín mensual, no son las tecnologías de comunicación el activo más importante que tiene este comercio ubicado en Bayamón hace ya quince años. Son indudablemente el calor de sus empleados y dueños y la atención cariñosa a los clientes lo que mantiene la puerta en un constante abrir y cerrar. Entre los clientes que transitan por la farmacia de comunidad, hay unos muy especiales que la Lcda. Lilliam Valle recibe con un interés especial. Y es que Farmacia Vallemar es parte desde hace dos años de uno de los programas piloto que se desarrollan hace ya casi una década en la Isla con el medicamento buprenorfina. Varios proyectos piloto se han establecido a pacientes de adicción y a confinados, y Vallemar ejerce su responsabilidad social con la comunidad participando del expendio del fármaco Suboxone, una combinación de buprenorfina y naloxone hydrochloride para el tratamiento de la adicción a la heroína, entre otros opiáceos. Así es que Lilliam y su esposo Rafael Muñoz reciben a estos pacientes siempre curiosos por su progreso. Lilliam recuerda cómo empezó con el programa. “Una tarde me llaman de la

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El Botiquín

- Enero - Marzo 2012

Universidad de Puerto Rico, de la Escuela de Medicina. Dentro del programa necesitaban farmacia, y médicos, para pacientes adictos. Necesitaban un sitio cerca para los pacientes. Y decidimos aceptarlo. De primera intención me asusté, pero me comuniqué con un amigo que ya lo estaba haciendo y me explicó y me animé. Los pacientes que vienen son enfermos adictos, y según van adelantando con el tratamiento van mejorando; en la manera de expresarse y su apariencia, se les nota la mejoría. Hay personas adictas, de todo tipo, profesionales, médicos, ingenieros, personas sin recursos, confinados, de todo”. La buprenorfina es una pastilla que se disuelve debajo de la lengua, y en 15 minutos le quita al usuario los síntomas de romper en frío. A diferencia de la metadona, puede ser recetada por los médicos y comprada en las farmacias. El medicamento es uno de “acoplamiento parcial” y hace que, aunque se aumente la dosis del medicamento, no aumente la euforia o el placer que pueda sentir el paciente. O sea, aunque tiene su tope de euforia momentánea, llega un momento en que el paciente deja de sentirla aunque tome más, lo cual dificulta el abuso de la sustancia, y a esto se le atribuye en cierta parte su éxito. La Administración Federal de Alimentos y Drogas (FDA) aprobó su uso desde 2002. Además, en Puerto Rico ya está incluido en la

cubierta de Mi Salud. Aunque pocos galenos en Puerto Rico lo recetan, y deben tomar unos cursos que los certifican para poder recetar el fármaco, hay varias farmacias, aunque pocas, que lo están despachando porque hay varios planes médicos que lo están cubriendo. Muy pronto, dejará de ser una pastilla para se suministrado en forma de laminilla que se disuelve en la lengua. Lilliam puede dar fe de los efectos positivos de este tratamiento, porque lo ha visto de primera mano. “En el hospital, el tratamiento se complementa con un equipo de sicólogos, trabajadores sociales, les ayudan a buscar trabajo, es un equipo. Aquí se le da el medicamento, gratuito. Y hemos visto pacientes que ya no están en el programa. Por ejemplo, en buprenorfina, de diez que llegaban, ya solo queda uno que regresa. Entiendo que es porque ya el paciente está listo para seguir solo, o porque dejó de participar en el programa. El que quiere salir con este medicamento de verdad que lo puede hacer. Lo ideal es que tú le vayas bajando la dosis y frecuencia. Muchas veces empieza diario, luego tres veces en semana, hasta que se la quitan porque no la necesitan”. La farmacéutica habla con mucho orgullo y satisfacción de los resultados que ha visto. En el caso de Vallemar, son mayormente hombres los que llegan con la receta de buprenorfina, todos adultos. Una de las ventajas que Lilliam le ve a este modo de tratamiento es que distinto a los lugares donde ofrecen metadona, que se percibe al que llega como un adicto, de forma prejuiciada, en el caso de los pacientes que van a la farmacia, reciben el tratamiento de cualquier otro paciente. Son atendidos como personas enfermas por la adicción, pero en proceso de recuperación. Según Lilliam, el participar de este proyecto de buprenorfina le ha traído a su

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