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Este triple sistema de comunicación de norte a sur se completaba con otro de vías secundarias que lo cruzaban de este a oeste. La importancia de esas vías fue muy variable a lo largo de la historia, dependiendo del peso que iban adquiriendo las ciudades palestinenses. Mapa 32. La rutas comerciales en Palestina Gráfico 13. Duración de etapas en las rutas de las caravanas

En estas rutas, la velocidad media de las caravanas era de unos 25 a 30 kilómetros diarios, dependiendo de la orografía, que en la zona de Palestina es muy cambiante. Los viajes norte-sur duraban más de una semana, mientras que los que atravesaban el país desde el mar al desierto podían ir de los tres a los cinco días. La monarquía de David había supuesto todo un cambio en la organización política y social de los hebreos y también resultaba nuevo el problema de la sucesión. En 2S 7 se exponen los principios dinásticos sobre los que se ha de basar la casa de David: el soberano del linaje de David se acepta como legítimo hijo de Yahvé, idea que va acompañada de la promesa dinástica, que será el germen del pensamiento mesiánico. Estas ideas son interpretaciones posteriores en las que, partiendo del concepto de legitimación divina de la dinastía davídica, se llega a la promesa de un futuro dominador que en algunos casos adquiere una imagen idealizada en el mundo judío. Pero, volviendo al momento de esa primera sucesión monárquica, veremos que las cosas no resultaron fáciles. El matrimonio con la hija de Saúl, Mikal, no dio a David hijos que le heredaran y tuvo que considerar la línea de descendencia de sus mujeres de Hebrón. Amón, el primogénito, había quedado descartado por la infamia de abusar de su hermanastra Tamar, hermana de Absalón. Éste en venganza le asesinó y tuvo que exiliarse. Del segundo hijo, Kilab, no tenemos apenas noticia. David permitió sin entusiasmo el regreso de Absalón, quien apoyándose en los israelitas se alza en una rebelión (2S 15-19). Aprovechando una cierta animadversión de los efraimitas, pretende tomar Jerusalén y luego hacerse con Judá. Pero sus planes fracasan porque David abandona Jerusalén y, mientras su hijo se queda en la capital, él reagrupa sus fuerzas mercenarias. La batalla en el bosque de Mahanaim da como resultado la muerte de Absalón a manos de Joab. Las tribus del norte quedan en evidencia y David, por medio de los sacerdotes hierosolimitanos, pide que los ancianos de las tribus septentrionales vuelvan a legitimar su autoridad real. Con esto no consigue el rey evitar que Seba, de la tribu de Benjamín, incite a otra revuelta (2S 20), y esto da justificación a David para imponer militarmente su mandato sobre Israel, cosa que había evitado hacer hasta ese momento. La sucesión estaba todavía pendiente de decidir y se forman dos partidos. Uno a favor de Adonías, hijo de David que seguía a Absalón, formado por Joab, jefe del ejército, y Abiartar, sacerdote, entre otros personajes relevantes de la corte. El otro partido está apoyado por Benayas, el jefe de los mercenarios, el sacerdote Sadoc y el consejero privado del rey, Natán, que es quien propone al rey que nombre sucesor a Salomón, el hijo que había tenido de Betsabé. José Ochoa, Atlas histórico de la Biblia, I. Antiguo Testamento (2003)

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