Periódico edición 484 diciembre 2008

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Opinión

¡El libro del general Montoya! Brigadier General EDGARD PEÑA VELÁSQUEZ

Desconcierto, indignación y repudio, es lo menos que pueden generar las noticias sobre masacres cometidas por miembros del Ejército, quienes torpe y criminalmente habrían sacrificado las vidas de humildes jóvenes colombianos, sin que importara si estaban o no comprometidos en actividades al margen de la ley. General Mario Montoya Uribe

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rente a tan grave acusación, los medios castrenses y quienes hemos tenido el honor de reseñar nuestro pensamiento en las páginas de su reflexión, no podemos guardar un silencio que podría tomarse como indiferente. Más aun, cuando de por medio está el sorpresivo retiro, sin fórmula de juicio, de casi una treintena de militares, anunciada por el Presidente de la República en un foro internacional, en que invocando la protección a los derechos humanos, llevó a la picota pública a uniformados de todos los niveles jerárquicos. Irresponsable, pero inevitablemente, la noticia, que dio la vuelta al mundo, incriminó a nuestro Ejército Nacional como la institución armada responsable del probable exabrupto, que, al parecer, se cometió en varias ciudades contra un número significativo de muchachos inermes. Los honores ganados en franca lid con las recientes actuaciones en la reconquista de la libertad de un importante grupo de secuestrados, incluidos los rescatados en la Operación Jaque y la liberación del ex congresista Jorge Lizcano -gracias a la presión militar- quedaron empañados por la sindicación de los horrendos ‘falsos positivos’ que han dado lugar a toda suerte de comentarios editoriales en los que terminaron pagando justos por pecadores, pues se habla de hechos criminales cumplidos por el Ejército, sin precisar que unos son los actos oficiales que comprometen a los organismos del Estado y otros los violatorios de la ley atribuibles a elementos que han desviado el desempeño de sus deberes.

Lo ocurrido nos conduce a algunas consideraciones: en primer lugar, la doctrina militar debe quedar incólume. Como siempre lo hemos sostenido, ante las graves y reiteradas acusaciones contra uniformados al servicio de la Fuerza Pública, las responsabilidades son estrictamente individuales y no pueden comprometer a los organismos de los cuales hacen parte, pues las conductas violatorias de la ley no interpretan los lineamientos institucionales, comprometidos en todo momento con los tratados internacionales, la Constitución, la ley y los reglamentos, como corresponde a un Estado de Derecho.

ficó la renuncia del general Mario Montoya, al comando del Ejército, y con ella, la sensación de una descomposición orgánica que no existe. Si se presentaron crímenes, estos no pueden catalogarse de Estado, sino imputables simplemente a sus autores, en abierta contravención de las instrucciones superiores. Cuando estas líneas escribo, escucho coincidencialmente, al periodista Juan Gossaín quien en R.C.N. se refiere a las semanales conferencias que mantenía el general Montoya con todos los comandantes de divisiones, brigadas y batallones, y que fueron impresas en un libro donde en cinco oportunidades se lee que “quien cause la muerte accidentalmente a un civil y no lo reconozca públicamente, es un co-

En segundo término, la sanción masiva a decenas de uniformados no le hace bien a la Nación, a sus instituciones, a sus leales servidores, ni a la justicia Las responsabilidades son estrictamente individuales y no pueden comprometer misma, mientras no se agoten los a los organismos de los cuales hacen parte, pues las conductas violatorias procedimientos que declaren la de la ley no interpretan los lineamientos institucionales, comprometidos en culpabilidad de los responsables, todo momento con los tratados internacionales, la Constitución, la ley y los debidamente rodeados de las ple- reglamentos, como corresponde a un Estado de Derecho. nas garantías de juicios revestidos de las formalidades constitucionales. barde; quien intencionalmente mate a un civil, a De ahí la vehemencia del comunicado del más de cobarde es un criminal”. ParadójicamenCuerpo de Generales y Almirantes en que se te, su retiro lo hace aparecer como si sus consigreitera la adhesión permanente al Derecho Inter- nas hubieran sido totalmente las contrarias. nacional Humanitario y las normas y principios Viene oportuna la sentencia del general Franque lo desarrollan, se declara el firme propósito cisco de Paula Santander: “Las armas nos han de depurar las filas militares y aplicar los correcdado la independencia, pero las leyes nos darán tivos necesarios, todo en aras de procurar la paz la libertad”. El profesionalismo castrense ha dado que aglutina nuestro obrar y en función de la argrandeza a Colombia, no permitamos que los monía que debe reinar entre los integrantes de la errores de unos pocos, la ligereza en los juicios de Nación. los hombres y las veleidades políticas, derrumben Un tercer aspecto, es el alto costo que signi- el pedestal que corresponde a los héroes.


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