Sinopsis histórica de la Arquidócesis de Valencia

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que lleguemos al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo” (Ef 4, 13)” (CIC 2045). Dentro de la Iglesia hay salvación. Es imposible hacer vida cristiana en paralelo a la vida diocesana. Este peligro no es un mero sentimiento de temor, sino una tentación que puede provocar estar “fuera de la Iglesia”.

Una Iglesia que nos sostiene El remedio saludable para estar “dentro de la Iglesia” es la vivencia plena de los Sacramentos; recordemos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “El obrar cristiano se alimenta en la liturgia y la celebración de los sacramentos” (2047), especialmente la Eucaristía. Ella sostiene a la Iglesia y la fortalece. Sin la Eucaristía no hay comunión. En fin, la Iglesia vive de la Eucaristía. “En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: ‘Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar’ (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 4, 18, 5)” (CIC 1327). Gracias a la celebración de la Santa Misa y la escucha permanente de la Palabra de Dios en las parroquias o comunidades, todos los fieles cristianos permanecen unidos en el Señor. En el reconocimiento de nuestros pecados -somos una Iglesia de pecadores- la reconciliación puede sanar los corazones divididos por la enemistad y por la diferencia de caracteres o personalidad. Cuando la persona de Jesucristo es el centro de nuestra espiritualidad, mayor es la experiencia eclesial o diocesana. Jesucristo sigue guiando a esta Iglesia particular y el protagonista de nuestra acción pastoral es el Espíritu Santo.

Una Iglesia amparada por la Madre del Socorro En estos 90 años como Iglesia diocesana, la Arquidiócesis de Valencia ha estado acompañada por una presencia excepcional y amorosa: Nuestra Madre Santísima, Nuestra Señora del Socorro de Valencia. Desde el nacimiento de esta Diócesis, ella acompaña e intercede por cada bautizado. Su presencia en la preciosa imagen de una dolorosa ha ayudado a cada cristiano a concretar su compromiso en esta Iglesia diocesana. Sin diocesinidad no hay compromiso cristiano. La vida diocesana se hace todos los días, y no sólo en los grandes eventos sociales. La diocesinidad es cotidianidad para el católico, tanto en su vida pública como privada. Por eso, recurrimos a la Madre de Dios y Madre Nuestra para que nos ayude en la fidelidad de su Hijo y así poder mantener el “sí” hasta la eternidad. El “sí” de María Santísima es el mayor testimonio de fe para todos los bautizados de esta Iglesia que nos “envuelve, protege y sostiene”. Ella, la humilde sierva del Señor, es el Socorro de Valencia, el modelo sublime de la Iglesia. Acudimos en su presencia para que nos siga llevando a su Hijo querido. María del Socorro de Valencia: Bendice y consagra a nuestra Iglesia diocesana en este nuevo aniversario de su fundación; que podamos aprender a decir siempre “sí” en nuestra participación activa y decidida por la construcción del reinado de tu Hijo, hoy y siempre. Amén.

90 AÑOS SEMBRANDO EL EVANGELIO

Pbro. Luis Manuel Díaz


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