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Alberto Miño, embajador ecuatoriano del tenis de mesa en Europa

Alberto Miño, guayaquileño, 23 años. Microtenista ecuatoriano. Juega en la segunda división de la Bundesliga de tenis de mesa.

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Cortesía Alberto Miño Por: Byron Andino (@byronandino)

Este guayaquileño migró a Europa para hacer lo que le ha encantado desde que tenía ocho años: jugar al ping pong con una raqueta y una pequeña pelota. Alberto Miño ahora vive en un pueblo donde no habitan más de 100 personas (Grenzau-Land Rheinland, Alemania). El clima ahí ha llegado hasta menos de cero grados centígrados, difícil cambio para un joven guayaquileño. Sus sueños lo llevaron a la liga alemana, lejos de su patria, para jugar el deporte de su vida: el tenis de mesa. Es sencillo, mide 1.81 metros de estatura, ‘tuco’ por tanto entrenamiento, y listo para triunfar en cada punto y partido. ¿Quién ha sido y cómo se había formado en sus años de deporte, de triunfos sudamericanos, latinoamericanos, panamericanos, iberoamericanos y en circuitos mundiales? Tiene 23 años, 15 de ellos los ha dedicado al tenis de mesa, el deporte más complicado del mundo a nivel profesional, según la NASA. ¿Cómo empezó toda la historia? Su mamá, Sonia Puga, cuenta que el ‘ping-pong’ –al principio-solo fue un pasatiempo para llenar el tiempo libre: “Todos los chicos tenían que escoger un deporte. Seleccionaron a los más vivaces e hiperactivos, entre ellos estaba mi Titto”. Este fue el semillero donde consiguió sus primeros triunfos en campeonatos escolares, provinciales y nacionales. Su nivel de juego subió y llegó el momento de salir al extranjero, tenía 15 años. Fue campeón del U.S. Open (no del Gran Abierto de tenis de campo que hay en Estados Unidos, pero sí el de microtenis), la victoria en este campeonato es una de sus más valoradas: “En el coliseo, se robaron mi maleta con mi pasaporte, todo el dinero y sobretodo mi raqueta con la que iba a competir. Fui a la embajada ecuatoriana en EE.UU. para que me ayuden con los papeles. Tuve que pedir ‘fiada’


una raqueta. Partido tras partido, al final fui campeón. No me quisieron cobrar la raqueta, el señor que me la ‘fio’ me dijo: Si tú ganaste, esa raqueta es para un campeón, y me la regaló”. Se enamoró del tenis de mesa en aquel año, cuando logró cuatro medallas de oro –de cuatro posibles- en el sudamericano de tenis de mesa, y también clasificó al Mundial de República Dominicana, en la categoría cadetes. Esto de ser microtenista le hizo faltar al colegio por la participación en torneos, después tenía que igualarse la materia perdida en esas semanas. Su padre, que lleva el mismo nombre, menciona que Alberto lo supo manejar bien: “Mi hijo faltaba –sumado- unos tres meses a clases en cada año lectivo. A pesar de eso, siempre tuvo un promedio de más de 19 sobre 20”. Geovanny Coello, su compañero de la selección tricolor y amigo, se ríe al contar que en los viajes. ‘Titto’ solo comía su plato de lechugas y tomate, verduras, y al pan le sacaba la corteza. Llevan años de haberse conocido, y Geovanny cree que ‘Titto’ es sincero y de mucha confianza. Representó al país en el otro lado del planeta, en China, donde ascendieron a Ecuador a la tercera división mundial de tenis de mesa. Con Dino Suárez ha compartido el deporte desde los ocho años: “A nosotros los extranjeros nos daban un plato especial cuando llegábamos. Me acuerdo que era un pato negro, con cabeza y todo. Los entrenadores chinos eran ‘sabidísimos’, se ponían a lado nuestro para que les demos la comida que no queríamos (jajaja). Alberto llegó al punto en que comió puro pan.” Creció, ya comía carne. No había tiempo para las fiestas, las salidas de amigos, pues su pensamiento estaba en una pequeña pelota, una mesa y una raqueta. Estaba en la división juvenil y sus sacrificios le permitieron alcanzar las finales de Helsinborg (Suecia) y el Campeonato Mundial Junior en Madrid, España. Para lo que sí se da tiempo cuando visita Guayaquil, es para alentar a su equipo de fútbol. Es un emelecsista de corazón desde que tenía ocho meses de nacido, cuando su padre lo llevó por primera vez al George Capwell. El fútbol es su gusto reprimido por las obligaciones y el cuidado para el microtenis de alto nivel, sin embargo, cada vez que vuelve de vacaciones no pierde la oportunidad para pegarse un ‘topecito’ con sus excompañeros de colegio y otros amigos. Le llegó un campeonato clave para su vida, en Cuenca se desarrolló el Circuito Mundial en el 2008. Miño demostró su nivel y se coronó campeón, tras derrotar al francés Victorie Leguen, ahí se le abrieron las puertas para jugar en Europa. Con sus golpes precisos y su agilidad para tomar decisiones en los partidos, viajó al Viejo Continente para profesionalizarse en el deporte. No fue algo fácil, pues le ha hecho extrañar varias cosas de Ecuador y ‘muere de ganas’ por volver a probar la comida favorita: el arroz con menestra y carne asada, bolones, tortilla de verde y los batidos de frutas. Tuvo que estudiar y aprender francés. Vivía con sus compañeros de equipo en un departamento, iban de compras y cocinaban juntos. Con su punto decisivo, el club francés Bayard Argentan, alcanzó el título y ascenso a la máxima categoría de la Liga Francesa, de las más competitivas del mundo. Es como si en el fútbol hubiese clasificado para jugar con el París Saint-Germain o el Olympique Lyon.


Está en Europa, ¿extrañará a las ecuatorianas? Piensa y ríe pícaramente: “Al principio se llega acá y se mira a las europeas, son lindas, distintas. Pero, siempre se extraña a las cariñosas, picosas, coquetas, calientes latinoamericanas”. A otras mujeres que las extraña son a Sonia -su mamá- y a sus tres hermanas: XXXXXXXXX dos de ellas son gemelas y cumplen años el mismo día que ‘Titto’, quien es el hermano cariñoso y chistoso que no cae mal a nadie. El deporte no es solo de alegrías. Alberto pasó por un momento en el que aprendió a levantarse de los golpes más fuertes que tuvo. No alcanzó a clasificar a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, y en algunos campeonatos mundiales no le fue tan bien, estuvo cerca de lanzar la toalla y caer en el fantasma que persigue y algún rato alcanza a los deportistas: el retiro. Es un ecuatoriano que ama y anhela volver siempre a visitar su país, no se desapega de las noticias ni de los enlaces sabatinos que se transmiten también por Internet, de esta forma puede enterarse de lo que ocurre en Ecuador. Así también, los medios de comunicación no se despreocuparon de él cuando abrió el medallero tricolor en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, EL UNIVERSO tituló “Microtenista Alberto Miño asegura primera medalla a Ecuador”. Este bronce panamericano lo logró a sus 21 años, cuando compitió contra jugadores de la máxima categoría, lo que llamó la atención de equipos alemanes. La Bundesliga lo recibió en el equipo Zugbrücke Grenzau, donde enfrenta otro cambio, un nuevo idioma, nuevas experiencias. Me vuelvo a preguntar quién es Alberto Miño, él responde: “Ahora, un deportista que ha estado todo el tiempo dando lo mejor de sí para ser mejor cada día”. ‘Titto’ quiere abrir las puertas de Europa para que varios microtenistas surjan y compitan en estos territorios, y después recuperar el tiempo para estudiar informática en alguna universidad en el extranjero. Más allá de esta respuesta, creo que su increbrantable personalidad, y sus deseos de ser el mejor van de la mano con su sencillez y agradecimiento, esto lo reflejó en unas declaraciones que dio hace algunos años: “No hay que olvidarse de las cosas más pequeñas que tenemos, por más grande que uno sea”.



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